Chichicastenango, Guatemala
Diciembre, 1979
Yo había cumplido los dieciséis en abril de ese año. Fue la primera navidad que no pasamos en casa con la familia. El año anterior mi padre había abolido la tradición, sustituyéndola por una viaje. Este fue el primero. Rentamos una combi. Mi padre se turnaba el volante con mi "tío" Toño. Nos acompañaban también la mamá de Toño, Lucha; mi "tío" Manuel y, por supuesto, mi mamá y mi hermano.
Llegamos a Chichicastenango de madrugada; a la mañana siguiente nos dirigimos al mercado, famoso por sus artesanías. Yo caminaba junto a mi padre, quizás de la mano o con su brazo alrededor de mi espalda, quizás. Del otro lado iba mi madre. De pronto se nos acercó una mujer indígena para ofrecernos sus hermosos collares de plata. Sin vacilar se dirigió a mi padre: "Lleve uno para su mujer", y me señalaba a mí, "y uno para su mamá", y señalaba a la mía. Huelga decir que mi madre se aseguró de que no le compráramos a aquella mujer ni medio artículo.
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