La luna de madrugada
Aparece de cabeza
O así parece
Mientras
Conduzco de noche
*
Cómo alumbra
Dices tú
Cómo aluza
Decía nuestra vecina
Cuando recién naciste
*
Disco perfecto
De luz amarilla
Con un halo amarillo
La luna de madrugada
viernes, 31 de agosto de 2012
jueves, 30 de agosto de 2012
cochinilla (1)
Según la RAE:
1. f. Crustáceo isópodo terrestre, de uno a dos centímetros de largo, de figura aovada, de color ceniciento oscuro con manchas laterales amarillentas, y patas muy cortas. Cuando se le toca, se hace una bola. Se cría en lugares húmedos. (Increíble cómo una definición del diccionario puede tener sabor a cuento de Horacio Quiroga...)
Según yo:
Bicho pequeño de color gris que suele andar en la tierra, yendo de aquí para allá sobre un montón de patas cortitas. Cuando lo tocas se hace bolita y rueda, hasta que se vuelve a sentir a gusto y se abre para seguir andando.
Ayer, antes de echarme a nadar al medio día, me senté en una de las bancas del jardín y vi cómo la recorría una cochinilla color gris claro, casi blanco. Sus patitas parecían minúsculos rayos de sol (estaba casi a contraluz). Recordé cómo mi hermano y yo jugábamos (suavemente) con ellas cuando éramos niños, en la casa de mi abuela Rosa, donde teníamos un jardín enorme a nuestra disposición. Quizá será por ello o solo porque sí, pero el caso es que estos animalitos siempre me han caído muy simpáticos.
Hace media vida, o sea, al filo de mis 25 años, tuve un novio argentino que me dijo que en su tierra una cochinilla era un "bicho pelota". (La RAE solo tiene registrado "bicho bolita", pero yo opto por quedarme con la versión del novio.)
Y finalmente hoy, después de años de vivir en el error y en la confusión al no entender cómo estos pequeños crustáceos de tierra podían ser la fuente del material utilizado desde la época prehispánica para teñir tejidos de color grana, me enteré que es un insecto (del tamaño de una chinche y de trompa filiforme), originario de México (donde habita en los nopales) y registrado en el diccionario como cochinilla (2), el que pulverizado ofrece su color rojo a la seda o a la lana. De lo que se entera una con el paso de los años...
1. f. Crustáceo isópodo terrestre, de uno a dos centímetros de largo, de figura aovada, de color ceniciento oscuro con manchas laterales amarillentas, y patas muy cortas. Cuando se le toca, se hace una bola. Se cría en lugares húmedos. (Increíble cómo una definición del diccionario puede tener sabor a cuento de Horacio Quiroga...)
Según yo:
Bicho pequeño de color gris que suele andar en la tierra, yendo de aquí para allá sobre un montón de patas cortitas. Cuando lo tocas se hace bolita y rueda, hasta que se vuelve a sentir a gusto y se abre para seguir andando.
Ayer, antes de echarme a nadar al medio día, me senté en una de las bancas del jardín y vi cómo la recorría una cochinilla color gris claro, casi blanco. Sus patitas parecían minúsculos rayos de sol (estaba casi a contraluz). Recordé cómo mi hermano y yo jugábamos (suavemente) con ellas cuando éramos niños, en la casa de mi abuela Rosa, donde teníamos un jardín enorme a nuestra disposición. Quizá será por ello o solo porque sí, pero el caso es que estos animalitos siempre me han caído muy simpáticos.
Hace media vida, o sea, al filo de mis 25 años, tuve un novio argentino que me dijo que en su tierra una cochinilla era un "bicho pelota". (La RAE solo tiene registrado "bicho bolita", pero yo opto por quedarme con la versión del novio.)
Y finalmente hoy, después de años de vivir en el error y en la confusión al no entender cómo estos pequeños crustáceos de tierra podían ser la fuente del material utilizado desde la época prehispánica para teñir tejidos de color grana, me enteré que es un insecto (del tamaño de una chinche y de trompa filiforme), originario de México (donde habita en los nopales) y registrado en el diccionario como cochinilla (2), el que pulverizado ofrece su color rojo a la seda o a la lana. De lo que se entera una con el paso de los años...
miércoles, 29 de agosto de 2012
martes, 28 de agosto de 2012
lunes, 27 de agosto de 2012
Reflejos
para Fuensanta, por dejarse ver, por dejar que me vea
La RAE define el verbo reflejar de seis maneras, pero son dos las que se acercan a lo que yo quiero decir: 1. tr. Formarse en una superficie lisa y brillante, como el agua, un espejo, etc., la imagen de algo. y 2. tr. Dicho de una cosa: Dejarse ver en otra. Y yo diría algo similar para una persona: Aprender a reconocerse en otra.
Es quizá esto lo que nos sucede siempre que estamos con alguien más, aunque rara vez nos demos cuenta. Somos a la vez espejo y reflejo, reflejo y espejo, y si abrimos los ojos -de afuera y de adentro- podremos identificarnos y, con un poco de suerte, aceptar quienes somos.
Ayer una antigua compañera de clase, amiga presente hoy, y yo nos fuimos de expedición, una suerte de búsqueda de un monte análogo. Recorrimos fragmentos de nuestras historias desde que hace más de 30 años dejamos de estar en la misma escuela: yo me quedé en la que había estado desde primero de kínder y ella se fue a terminar la prepa en otro lugar. Recuerdo cómo la admiré entonces y, casi inconscientemente, deseaba haber cambiado también mi propio rumbo. Hoy, tres décadas después, nuestros rumbos se vuelven a cruzar y con ellos los reflejos de sueños, alegrías, remordimientos, penas, de entonces y de ahora.
Entre sombras y destellos constatamos que nuestros rasgos no son defectos: Desfile de padres, parejas e hijos, hermanos, entrelazados con carreras, trabajos, miedos, al son de una cerveza y desnudos de mujeres, restos de dolor de cabeza, humo de un cigarro y promesas de contacto continuado. Que así sea...
viernes, 24 de agosto de 2012
jueves, 23 de agosto de 2012
miércoles, 22 de agosto de 2012
Plagio
Necesita alguna prenda que combine con sus zapatos. Verde
como la luz de sus ojos. Así es él, un reflejo borracho sobre una almohada
después de hacer el amor. Toma del guardarropa un sombrero de fieltro musgo y
se esconde en su interior. Camina hasta el escenario. Nadie lo reconoce hasta
que su mirada desvanece el disfraz. Se queda expuesto, vulgar, en medio de un
callejón vacío y oscuro. Eso es todo lo que ella esperaba: iluminarlo con la
luz de sus ojos y nada más. Un beso bajo la farola sería un exceso copiado de
otra historia.
Texto inspirado por la canción "Ojos de gata" de Los Secretos
martes, 21 de agosto de 2012
lunes, 20 de agosto de 2012
viernes, 17 de agosto de 2012
jueves, 16 de agosto de 2012
para mi papá
miércoles, 15 de agosto de 2012
martes, 14 de agosto de 2012
a spider story
or samsara strikes again
Nació en mi casa, casi seguro, porque mi hijo y yo convivimos muy en paz con las arañas patonas, que se reproducen en los rincones de nuestro departamento -como consta en otro lugar. A esta arácnida en particular, la encontré un día, moribunda, sobre los rieles de las puertas de la regadera de mi baño. La saqué y la puse en el piso y pareció marcharse. Se veía madura: de cuerpo grande y con patas faltantes, pero viva. Algunos días después, mientras me bañaba de nuevo, la volví a ver: esta vez luchando por su vida en un charco de agua. Me agaché y la tomé de una pata, con tanta delicadeza como pude, y la volví a sacar al piso seco. Cuando terminé mi ducha, pensé que había muerto: estaba como adherida al piso y con las patas inmóviles. La volví a tomar y la puse en mi altar, junto a mi maestro para que tuviera buena compañía. En la tarde, cuando mi hijo y yo encendíamos la vela y el incienso antes de meditar, descubrí que había revivido. Quizá no había muerto realmente y el descanso le devolvió algo de sus fuerzas. Me dio mucho gusto verla así junto a Ponlop Rinpoché.
Y, luego, ayer en la noche, mientras veíamos tele, nuestra gata, Ñaña, se lanzó sobre un ser y antes de que Santiago o yo pudiéramos impedirlo, atrapó y se tragó una araña. Quizás la misma que había estado en el altar, quizás alguna pariente...
Nació en mi casa, casi seguro, porque mi hijo y yo convivimos muy en paz con las arañas patonas, que se reproducen en los rincones de nuestro departamento -como consta en otro lugar. A esta arácnida en particular, la encontré un día, moribunda, sobre los rieles de las puertas de la regadera de mi baño. La saqué y la puse en el piso y pareció marcharse. Se veía madura: de cuerpo grande y con patas faltantes, pero viva. Algunos días después, mientras me bañaba de nuevo, la volví a ver: esta vez luchando por su vida en un charco de agua. Me agaché y la tomé de una pata, con tanta delicadeza como pude, y la volví a sacar al piso seco. Cuando terminé mi ducha, pensé que había muerto: estaba como adherida al piso y con las patas inmóviles. La volví a tomar y la puse en mi altar, junto a mi maestro para que tuviera buena compañía. En la tarde, cuando mi hijo y yo encendíamos la vela y el incienso antes de meditar, descubrí que había revivido. Quizá no había muerto realmente y el descanso le devolvió algo de sus fuerzas. Me dio mucho gusto verla así junto a Ponlop Rinpoché.
Y, luego, ayer en la noche, mientras veíamos tele, nuestra gata, Ñaña, se lanzó sobre un ser y antes de que Santiago o yo pudiéramos impedirlo, atrapó y se tragó una araña. Quizás la misma que había estado en el altar, quizás alguna pariente...
domingo, 12 de agosto de 2012
sábado, 11 de agosto de 2012
jueves, 9 de agosto de 2012
historia de alianzas
La cuarta acepción de "alianza", según la RAE, corresponde a: 4. f. Anillo matrimonial o de esponsales. Y de "esponsales", así en plural, se dice: 1. m. pl. Mutua promesa de casarse que se hacen y aceptan el varón y la mujer.
Con cuánto gusto intercambiaron Marcelino y Eloísa sus alianzas, no el mero día de la boda, sino un tiempo después. El padre de ella los recomendó con el joyero de la familia, a quien visitaron en su sempiterno taller del centro de la Ciudad de México. Tomó las medidas de sus dedos y le explicaron la leyenda que cada argolla (6. f. Am. Anillo de matrimonio que es simplemente un aro) tendría grabada en el interior. Quién sabe ahora lo que sería, quizá los nuevos nombres que escogieron para sí mismos al unirse.
Pasaron la boda, el primer baile juntos (al ominoso ritmo del clásico de rock "Por qué se fue. Por qué murió"), e incluso las burlas de quien fuera un amigo cercano de ambos cuando le presumieron sus alianzas de oro. Y entonces hicieron un paseo al Desierto de los Leones, un bosque cercano a la ciudad, acompañados por la hija de él. En un claro se pusieron a jugar cachadas con una pelota y en una de esas, el anillo de Marcelino salió volando y aterrizó sin que ninguno de los tres pudiera ver dónde.
Impulsados en gran medida por el miedo a que aquello fuera una mala señal, abandonaron el juego para peinar el suelo del bosque, rastreando minuciosamente el territorio en busca de la argolla de matrimonio. Nada. No hubo forma de hallarla, ni aun trazando con la imaginación el posible recorrido del delgado aro de metal. El sol empezó a ocultarse y con él sus esperanzas de encontrarlo. La llegada inminente de la noche los obligaba a abandonar el lugar.
Entonces Eloísa se quitó su propia argolla y la lanzó al bosque. "Así estarán juntas las dos", dijo. Ella y Marcelino se abrazaron. No necesitaban palabras. Esa fue su promesa de amor.
Sin importar lo que el futuro pudiera depararles, regresaron a casa, con una sensación de libertad y compromiso más allá de las alianzas de oro.
miércoles, 8 de agosto de 2012
martes, 7 de agosto de 2012
lunes, 6 de agosto de 2012
domingo, 5 de agosto de 2012
Amistad 16
mate, taza y copa en mi comedor |
Mariel:
Respondo hoy a tus palabras de hace ya más de un mes, a propósito de un día nublado en Cuernavaca. Entonces me preguntabas si aún tomo mate, al menos en tu nombre. Lo cierto es que aún tengo yerba, aunque el sabor a naranja se desvaneció, pero sospecho que no alcancé la mayoría de edad durante nuestro tiempo juntas y ni me sabe ni sé realmente cebarlo solo para mí. Con algún otro amigo argentino, sí que nos tomamos alguno aunque él le añadió azúcar y yo me imaginaba tu cara ante tal sacrilegio. El mate que me trajiste hace años sigue acompañando, silente, mis días y ahora por las noches, me preparo un mate cocido para acostarme, antes de que la yerba se haga más vieja y pierda todo sabor. Y te pienso y te extraño y me gustaría vernos para charlar. Y aprendo a disfrutar del sabor agridulce de la amistad a distancia, inventando maneras de que el cariño nacido de la compañía no se debilite ahora que para mí es verano y para ti, invierno. Así que a tu salud, un mate con más palabras que yerba, que con ellas soy mejor cebadora. Te quiero.
sábado, 4 de agosto de 2012
jueves, 2 de agosto de 2012
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