miércoles, 19 de febrero de 2014

Momentos cuernavacenses


Estas mañanas de mediados de febrero, la luna está en el cielo después del amanecer, cada día con un trozo menos, brillante a pesar de la luz solar, la misma luna tuya.

Cuando vuelvo de dejar a mi hijo en la escuela, una congregación de golondrinas ocupa los cables a la entrada del lugar donde vivo. Parece que buscan el calor de los primeros rayos de la mañana. Y no son como las de Bécquer; estas han vuelto cada año y ahora, supongo, nos intuyen otra vez...

Así también las jacarandas que empiezan a florecer, despacio y lento, esta temporada. Me recuerdas que tú nos las conoces: te mando su fragancia violeta con mi aliento.

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