sábado, 19 de diciembre de 2009

Invitado: Javier Perezchaho

Se cayó la jerga

Era una mañana fría, cuando desperté lentamente y me percaté de que no veía absolutamente nada. Muchas cosas pasaron por mi cabeza: pensé que podría haber sido el efecto del alcohol que había ingerido la noche anterior. ¿Qué había pasado? ¿Me habría golpeado la cabeza muy fuerte? ¿O simplemente me estaba volviendo loco?

Traté de conservar la calma, respiré profundamente y, poco a poco, empecé a sentir mi cuerpo. Me encontraba sentado. No podía mover las manos. Pronto me percaté de que la ceguera no era más que un simple paliacate tapando mis ojos. En ese momento, me invadió un profundo temor que me hizo perder la calma y, con desesperación, comencé a gritar fuertemente hasta que mi garganta se hizo pedazos.

Después de unos minutos, escuché una voces que provenían de otra habitación. El rechinido de la puerta abriéndose lentamente me dejó paralizado; escuché unos pasos que se acercaban a mí rápidamente. Después vino un momento de silencio que me pareció eterno y luego... una voz que murmuró en mi oído: "Ya valiste verga".

No hay comentarios.:

Publicar un comentario