lunes, 30 de septiembre de 2013

Invitado: Robert Brault


"So often the search for happiness takes you down a familiar street, to an old address."


*

Es decir, tan a menudo la búsqueda de la felicidad te lleva a recorrer una calle familiar, hasta una vieja dirección. Eso si tienes la osadía de buscar, de volver y de encontrar, claro.

No se me había ocurrido una idea semejante, por lo menos no en palabras tan claras como las de Brault, quizá como un mero atisbo nada más. Por ello decidí compartir la cita en la red social de mi preferencia, en el "feis" pues, lo cual dio origen a un diálogo sin palabras:

Yo: [Comparto la frase como actualización de mi estado.]
Ella: [Le da "me gusta".]
Yo: [Me sorprendo tanto que pienso: "Seguro se equivocó y al rato se retracta", pero en el fondo de mi corazón aletea una emoción por el contacto, aun virtual.]

Entonces una amiga le da también "me gusta" y de inmediato la abordo vía chat para contarle lo recién sucedido, para constatar quizá que no fue un invento de mi imaginación. Empezamos a hablar de relaciones, de miedos y de expectativas. Mientras tanto vuelvo al feis:

Ella: [Le da "ya no me gusta".]
Yo: [Me entristezco al ver cumplida mi profecía. Aun así actualizo la página varias veces, reviso las noticias instantáneas, me paseo por su página y por la mía. Nada, "ya no le gusta".]

Pero le gustó, me recuerda la amiga con quien chateo. Pero me vuelve a doler y ya no quiero que me duela. Eso sí, qué capacidad de síntesis la suya: en dos clics ("me gusta" y "ya no me gusta") recreó toda nuestra relación.

Recuerdo por qué me distancié yo y me dispongo, una vez más, a buscar otra vieja dirección nueva...

domingo, 29 de septiembre de 2013

Otoño 3


Cuando empieza el aire frío de finales del año a colarse entre los rayos del sol que se debilita, la Ñaña busca formas de conservar el calor. Sin duda es una artista de la cobija. Es capaz de hacerse un refugio, plegando un cobertor o un sarape a su alrededor. Ahí, se acomoda y se cubre, y pasa casi desapercibida.

A veces se deja la cola afuera.


sábado, 28 de septiembre de 2013

Invitado: Guido Eytel



CUANDO NO ESTÁS

Cuando no estás conmigo es el infierno:
se me cae de pena el sentimiento,
me duelen los segundos como hielo
y se estrechan de golpe los encierros.
Cuando no estás soy solo como un perro,
de soledad tajante me congelo,
no puedo estar despierto ni me duermo:
mi alma anda vagando por los techos.
Cuando no estás no vivo ni me muero,
no pronuncio, no dudo ni asevero,
no doy luz ni doy sombra: soy un duelo.
Cuando no estás no soy ni me asemejo.
Soy apenas la sombra de un espectro
que se pierde en las nieblas del invierno.


viernes, 27 de septiembre de 2013

Tríptico 2


La mitad de la luna
.
Jirones rosas de algodón
.
Y un par de alas grises de nube

(Sobre el cielo azul brillante de un amanecer soleado)

martes, 24 de septiembre de 2013

Invitado: Shunryu Suzuki



Sin rastro

Cuando hagas algo, deberías arder por completo, como una buena hoguera, sin dejar ningún rastro de ti.  


del libro Zen Mind, Beginner's Mind (Mente zen, mente de principiante)
Traducción del fragmento de Adela Iglesias

Aquí, el original en inglés.

domingo, 22 de septiembre de 2013

una semana sin internet


"Qué feo", comentó divertida (lo sé porque me puso también "jajaja") una exalumna cuando le explicaba por chat por qué no le había contestado su correo electrónico. En cambio una amiga, antigua compañera de secundaria residente hoy en Canadá, de plano me dio el pésame imaginando cómo se sentiría ella en mi lugar cuando supo de mi percance: "¡Lamento mucho que no tengas Internet! Yo ya tendría la temblorina con vómito y desconcierto".

En realidad la experiencia fue interesante. El primer día: sorpresa y algo de ansiedad, sobre todo porque tenía que enviar una traducción recién salida del horno (cuyo pago solo procedería después de recibida, por supuesto). Primero hice el reporte correspondiente a la compañía telefónica (operación increíblemente rápida) y después de un par de llamadas, una amiga me invitó a usar su conexión. Llegué armada con la laptop de mi hijo y despaché mis pendientes con bastante celeridad, incluyendo los horarios del cine hasta varios días después, aunque olvidé descargar otro documento para corrección. Al día siguiente salí fuera de la ciudad, buena distracción para olvidarme de estar viendo a qué hora la lucecita del módem volvía a ponerse verde. En la casa de la amiga a quien visitábamos, me ocupé de lo que me faltó.

De regreso (ya eran 4 días sin internet), segura de que la situación se habría corregido, me llevé otro chasco: el mentado foquito seguía rojo. Llamé a unos vecinos para pedirles prestada su conexión inalámbrica y resultó que ellos tampoco tenían internet y se habían enterado que era una falla generalizada en la zona. Sin duda, mal de muchos es consuelo de tontos y mi angustia bajó. No podía hacer más que disfrutar de la libertad recién descubierta: no había correo electrónico que revisar ni facebook que actualizar ni capítulo de serie que poner a cargar. Podía simplemente dedicarme al trabajo pendiente y después leer un libro, escuchar música, irme a la cama.

Ya arrancando la semana, y sin pensarlo demasiado, me fui adaptando a la situación. Me llevé la lap a la escuela y aproveché los recreos para revisar mi correo y echarle una ojeadita al face. Contesté mensajes, descargué trabajo para llevármelo a mi computadora de escritorio y hasta puse alguna entrada nueva en el blog. Llegando a casa, con luz roja, solo quedaba concentrarme en lo que tenía que hacer.

Incluso mi hijo, asiduo usuario de la conexión a la red, llegó a comentar que la falta de ella no le había afectado tanto como pensaba. Hizo sus tareas en la escuela y en la casa se liberó de su necesidad de conectarse a jugar en línea. El contratiempo estaba resultando una bendición en disfraz.

Volví a reportar la línea y en la segunda ocasión me dijeron que podría tardar hasta un par de semanas. Bueno, ya para bendición eso me parecía algo extremo, pero igual no podía hacer nada. Hice un tercer reporte y me dijeron que ese mismo día (el octavo sin conexión) se solucionaría el problema y que si no, volviera a llamar. No fue necesario: Al regresar a casa en la tarde, el foco del módem dejaba de ser rojo, para ponerse a parpadear en verde y finalmente la máquina decía "conectada - con acceso a internet".

¡Por fin!

Ya no tendría que salir cargando la compu de mi hijo ni planear lo que debía hacer fuera de casa ni bañarme para tener que mandar un correo, pero la luz verde también señalaban el inminente peligro de la vuelta de las viejas nuevas ataduras.

sábado, 21 de septiembre de 2013

Historia de un santito


Hace poco más de una semana fui a cargar gasolina, antes de salir de la ciudad durante unos días. Como digna hija de mi madre, he establecido buenas relaciones con los gasolineros (sí, en este país, todavía hay seres que dedican su vida a servirle gasolina a los demás...). Recuerdo que mi mamá tenía uno en especial con el que platicaba mucho; él había sido campeón de canotaje en las olimpiadas de México o algo así.

El caso es que me dirigí a mi gasolinera de confianza y aunque no encontré al gasolinero predilecto, me tocó con uno que resultó ser muy platicador. Le comenté que saldría a carretera y me dijo que hacía bien en revisar los niveles del coche, que me cuidara. Cuando me traía de vuelta la tarjeta con la que pagué y la factura correspondiente, tuvimos un intercambio interesante:

G: Disculpe la pregunta, ¿qué santito es ese?

(Yo ni cuenta me había dado de que se había asomado al interior del auto y no tenía idea a qué se refería, así que me puse a buscar.)

G: Porque, ¿es un santito...?

A: (Entonces me doy cuenta que se refiere a la foto del Karmapa 17, que me acompaña desde el tablero del auto.) Es mi maestro de meditación.

G: Ah, ¿usted hace yoga?

A: Algo así (la única vez que me paré en una clase de yoga, salí corriendo después de constatar mi enorme torpeza, pero no se lo cuento)... y meditación.

Tomo la foto del Karmapa y se la paso para que le vea más de cerca.

A: Es tibetano y ahora vive en la India.

Me la devuelve en silencio y nos despedimos. Me voy contenta pensando cómo es indudable que los maestros encuentran la manera de hacer conexión con quien se abre a tenerla, hasta en una gasolinería.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

no recuerdo
tu voz
te imagino
no recuerdo
tu olor
te invento
caricia perdida
olvidada
presente
le temo
a mi fantasía
a mi soledad
te pienso
y
no debería

martes, 17 de septiembre de 2013

Invitado: Dungse Jampal Norbu



We are trapped in fear as long as we reject impermanence.

*

 Mientras rechacemos la impermanencia, estamos atrapados en el miedo.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

11 de septiembre


Hace 40 años yo tenía 10 y como dice mi amiga Berna, que diría Rigoberta Menchú, aún no me había nacido la conciencia. Eso sí, recuerdo con bastante claridad esa noche, hace cuatro décadas, cuando mi padre se negó rotundo a asistir a una cena en casa de su mejor amigo donde estaban "de celebración". Aún se me enchina la piel y me resuena su voz muy adentro, grave y entrecortada por la muerte de Salvador Allende. Supongo que ahí se me empezó a asomar la conciencia, con una mezcla de tristeza, enojo y admiración. Aquella amistad de mi padre no se acabó, otra enseñanza supongo, aunque sus límites quedaron bien definidos.

Unos cinco años después, más o menos, una compañera hizo una presentación en la escuela sobre el golpe de estado en Chile, quizá en otro septiembre. Yo me escapé de clase para asistir - ella iba en otro salón y no me habrían dado permiso. Yo por nada me la iba a perder; el riesgo me importaba poco. Todavía se me anuda la garganta. Varias décadas después reencontré a Fuen y retomamos la que había sido una amistad apenas imaginada, compartiendo los recuerdos de aquel momento y un tequila.

Y en el 2001, cuando el Santiago tenía apenas cinco años y no iniciaba siquiera la primaria, se sumó otro acontecimiento más a la misma fecha, el 9/11. Me parece también que puedo respirar aún esa nube de polvo que quedó en el lugar de las Torres Gemelas, evento que tantos atestiguamos, incrédulos, en la televisión. ¿Así es el mundo adonde traje a mi hijo?, me pregunté sin palabras. Aún no me respondo.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Fantasía

Ambas vimos la fotografía. A ambas nos gustó. Tú la comentaste. Yo, no.

Yo pensé que ellas (las mejores amigas que se tatuaron un ancla en el tobillo -una en el izquierdo; la otra en el derecho- como símbolo de los sueños cumplidos y de los sueños por cumplir) podíamos haber sido tú y yo, tatuándonos una mariposa (tú) y una catarina (yo), como símbolo de una amistad fraguada más allá del medio camino.

¿Habrás pensado algo tú? ¿Nos recordarás alguna vez?

Yo debería, quizá, tatuarme una catarina con alas de mariposa y dejarla volar sin rumbo, sin destino, sin final.

domingo, 8 de septiembre de 2013

the joyful display of mind


camiones, coches, motos transitan por la calle
ruidosos
rebotan sobre el pavimento al salir de los baches
tocan el claxon
una vez
y otra
otra

 a gap  -  eventually

la maquinaria del taller vecino llena el espacio
aire expulsado a presión
herramientas que caen al piso
gritos entre los mecánicos
y sus clientes
entre los clientes y
sus familiares

a gap  -  eventually

los pliegues de su camisa bailan al son de su respiración
lenta, pausada
la gata maúlla afuera pidiendo entrar
para sentarse con
nosotros
los pájaros siguen cantando sin feria sin tráfico sin
meditación

outside  -  inside  -  no borders

sábado, 7 de septiembre de 2013

Otoño 2


Descubro el deleite de dormir bajo dos cobijas sin cerrar la ventana. Sin protegerme del viento...

viernes, 6 de septiembre de 2013

Invitado: Thich Nhat Hanh


En contacto con las maravillas de la vida

Nuestro hogar verdadero es el momento presente. Si realmente vivimos en el momento, nuestras preocupaciones y adversidades desaparecerán y descubriremos la vida con todos sus milagros. La vida real solo puede encontrarse y tocarse en el aquí y ahora. Esto es porque el momento presente es el único momento que podemos de hecho experimentar e influenciar. El pasado se acabó y el futuro no ha llegado todavía. Puesto que el momento presente es el único momento real para nosotros, siempre podemos volver aquí para ponernos en contacto con las maravillas de la vida.

del libro Mindful Moments: Ten Exercises for Well-Being
(Momentos de atención plena: Diez ejercición para el bienestar)

Traducción del fragmento de Adela Iglesias.
Original en inglés, aquí.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Invitada: Silsh (Silvia Spinazzola)


VIENTO 

ya no me traigas más
su voz de río

que la mañana
se acurruca en almanaques

respirame las sombras
rastrillame nostalgias

que no quiero guardar
ningún retazo
de sus manos ausentes
en mi cuerpo.


domingo, 1 de septiembre de 2013

sutil

así es el cambio de estaciones en mi casa
no hay mudanzas dramáticas
ni hojas rojas y anaranjadas

aquí el sol empieza a calentar un poco menos
y en la noche el aire casi frío me tienta a cerrar la ventana
que el verano había dejado abierta

las nubes se ven plateadas y brillan
con la luz de los atardeceres nuevos

la lluvia se va y regresa
la gata vuelve a refugiarse bajo las sábanas

se escuchan pitidos intentando
ordenar el caos vial por la feria cercana

así empieza a entrar el otoño
de a poco
así se va acabando el verano
sin grandes aspavientos

como aquella tu última mirada
terminante y
sutil

se acerca el invierno