sábado, 18 de junio de 2011

Mañana de sábado

Con el pretexto de ir a comprar un medicamento a una farmacia especializada, me lancé al centro de la ciudad. Hace no sé cuanto tiempo que no iba, aunque vivo a escasos 15 minutos en coche. Después de conseguir la mentada pomada, decidí caminar un poco, sin prisa, como si fuera sábado. Descubrí que en una calle angosta, ahora peatonal, se pone una pequeña feria de libros todos los fines de semana, desde hace más de un año...

Después de pasear un rato, me senté en un café en la calle, enfrente de la catedral, y me pedí un capuchino cargado y un estrúdel de manzana.

Mientras los saboreaba, seguí leyendo una novela policiaca que me tiene atrapada y estuve viendo y escuchando gente. Qué sensación placentera no estar corriendo.

Una mujer se sentó junto a mí, armada con iPod y Blackberry, mientras dos hombres jugaban una partida de ajedrez, dos mesas a mi derecha. Un coche adornado con grandes moños blancos se paró a la salida de la catedral para recoger a unos novios después de la ceremonia. Atrás de él, se estacionó otro, con un moño dorado enorme. Quizá llevaba a una quinceañera a misa. No alcancé a ver.

Varios vendedores ambulantes ofrecían sus productos: collares, pulseras, canastas tejidas a mano. Casi había olvidado el colorido y el bullicio de estas calles. Un hombre, guitarra en mano, ofreció un par de canciones a cambio de lo que fuera nuestra voluntad darle.

Hoy recordé que puedo disfrutar de mi propia compañía.

1 comentario:

  1. :)

    Anda ven a un viernes de chicas, porque esta tecnologie moderne me está sacando canas en el cerebro¡¡¡

    Abrazo

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