La lluvia cae a plomo, sin truenos ni rayos. Aplaca mis miedos y resfresca mi mente: Arrullo perseguido siempre.
Dura menos de lo esperado.
Mi necesidad se asoma. La acuno entre las manos y me acuesto de lado. Apago la luz y cierro los ojos. Cuando estoy por dormirme, arrecia de nuevo. Se calma.
Cruzo el umbral al compás de las últimas gotas.
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