viernes, 25 de noviembre de 2011

El anillo

para Ceci, que me prestó su mirada fresca

Mi bisabuela Adela tuvo tres hijos: Esperanza, Adela y Andrés. La segunda, mi abuela, murió primero, cuando su única hija, mi mamá, solo tenía siete años. Andrés murió de viejo, casado por segunda vez con la misma mujer, mi tía Graciela, y sin hijos. Esperanza los sobrevivió a los dos. Estuvo casada con mi tío Leonardo y tuvo dos hijos: Lepi y Leni, mis tíos segundos. Ambos se casaron con extranjeras: Lepi, con Nancy, de Estados Unidos, y Leni, con Mausy, de Alemania. Parece que yo conocí a Mausy de muy niña cuando vino a México recién casada; ella contaba que yo muy cariñosa la llamaba "tía Mausy". Yo no me acuerdo. Solo sé que no la volví a ver hasta muchos años después, en los días posteriores a la muerte de mi mamá, hace siete años.

Me encontré con mi tío Leni en el funeral en la Ciudad de México y restablecimos el contacto. Ellos también vivían en Cuernavaca y nunca habían tenido hijos. La identificación conmigo fue inmediata. Éramos los "raros" de la familia, los mal entendidos, los que hablábamos de secretos que los demás preferían callar. Y entonces nos adoptaron a mí y a mi hijo, al que llamaban de cariño "sobrinieto". Fuimos felices durante algunos meses.

En ese periodo, para mi cumpleaños número 42, Mausy me regaló un anillo. (Como lo describió Cecilia: un aro delgado de oro, con una luna en cuarto menguante o creciente —según se mire— incrustada con brillantes y al lado, una piedra —una perla, diría yo—.) Me sorprendí, sobre todo porque me parecía recordar que mi mamá tenía uno igual. Mausy me contó que mi tía Esperanza, su suegra, tuvo unos aretes y decidió mandar hacer dos anillos iguales con ellos: uno para Marta, su sobrina (mi mamá) y otro, para su nuera. (Ni idea por qué la otra nuera no fue tomada en cuenta.) Muerta mi mamá y rencontradas Mausy y yo, mi tía optó por regalarme su propio anillo en un intento por compensar el desenlace de mi relación con mi madre. Marta, después de muerto su marido, Román, mi papá, volvió a hacer su testamento para dejarle todas sus posesiones a su hijo, Román, mi hermano. A mí no me mencionaba. Era como si hubiera yo muerto. Como Mausy sabía que el anillo pareja del suyo jamás llegaría a mis manos, me dio el suyo, sellando de paso su relación conmigo, la cual tampoco habría de tener un final feliz, pero eso ya es harina de otro costal.

Así que el anillo simboliza la naturaleza de mi relación con mi mamá —tensa, distante e inexistente durante los últimos años— y el intento de una tercera persona por reparar el daño, los malentendidos, la carencia de amor. Quizá si la muerte no hubiera sorprendido a mi mamá tan de repente, ella misma me habría dado su anillo. Me parece recordar que siempre lo usaba junto con otro que había pertenecido a mi abuela Adela.

1 comentario:

  1. Querida Adela, estoy segura que la historia de los objetos trasciende sus carcaterísticas. Gracias por compartir la historia del anillo de aro delgado...

    ResponderBorrar