lunes, 30 de abril de 2012

planta del amor

Hace veintipico de años, la abuela o bisabuela de esta planta llegó a mi casa. No recuerdo de dónde salió. Sí recuerdo que la puse en agua y así pasó mucho tiempo, creciendo y con las raíces visibles a través del vidrio de su contenedor. Entonces vivía yo sola en un minidepartamento en la Ciudad de México, no me había casado, no había tenido un hijo. Por aquella época apareció -más bien reapareció- en mi vida quien se convertiría en mi marido y padre de mi hijo. Al poco tiempo de empezar a andar, me mudé a su casa y, por supuesto, la planta se vino conmigo. Ahí la trasplantamos a una maceta con tierra y un buen día floreó. Nunca lo había hecho antes. Es más, yo ignoraba que podía hacerlo. Por aquellos días recibimos la visita de nuestra gran amiga María Eugenia quien elogió la planta. Le conté cómo nunca antes había echado flores y entonces ella la bautizó como la "planta del amor". Poco después nos mudamos una época al Estado de México, en las faldas del Popo, y la planta se mudó nuevamente de maceta. Más adelante, establecimos nuestra residencia en Cuernavaca. La planta seguía con nosotros y seguía floreando y dando frutos (unas bolitas rojas que maduran cuando la flor se seca). Con el tiempo vino la separación y la planta se partió también. Yo me llevé algunas ramas a mi nueva casa. Primero estuvieron en agua de nueva cuenta y finalmente les compré una maceta. Así llegaron al departamento donde vivo actualmente con mi hijo. Las flores nuevas llegan puntuales cada año, mientras el resto del año nacen hojas y retoños.

A veces se me olvida el amor que tengo en mi vida. Por suerte, está la planta conmigo para recordármelo.

2 comentarios:

  1. Una bella historía de amor. Como buena historia te ayuda a ver el pasado pero sobre todo a valorar lo que se tiene. Saludos amorosos.

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  2. Siempre es un gusto saber que andas de paseo entre mis historias e imágenes. Compartidas saben mejor. Saludos amorosos de regreso, Ceci.

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