jueves, 14 de junio de 2012

Invitado: Sogyal Rinpoché


No habría ninguna oportunidad de llegar a conocer la muerte si solo ocurriera una vez. Pero, por fortuna, la vida no es sino una continua danza de nacimiento y muerte, una danza de cambio. Cada vez que oigo el murmullo de un arroyo de montaña, o las olas que rompen en la orilla, o el palpitar de mi propio corazón, oigo el sonido de la impermanencia. Estos cambios, estas pequeñas muertes, son nuestros lazos vivientes con la muerte. Son el pulso de la muerte, el latido de la muerte que nos incita a soltar todas las cosas a las que nos aferramos.

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