viernes, 6 de julio de 2012

Yo crecí escuchando a Chavela. Conservo aún los elepés que tenía mi papá de su primera época: vestida de indio y con esa voz suya que se mete hasta lo más profundo del corazón, ahí donde habitan el amor y el desamor.  Los escuchaba una y otra vez sentada en la sala del departamento de mis padres. Entonces Chavela ya no se presentaba en público. Se había perdido en las penas y el alcohol. Pasó el tiempo y un buen día, regresó. Yo era ya una joven adulta (hará unos 30 años) y fui con mis papás y una amiga a una de sus primeras presentaciones cuando volvió a la vida: en El Hábito de Jesusa, allá en Coyoacán, acompañada por Liliana Felipe en la guitarra y por un nopal de satín como escenario. Después tuve la enorme fortuna de verla en su primera vez en Bellas Artes, presentada por Almodóvar. Su voz había cambiado, claro, pero la pasión y la intensidad eran, si es posible, aun más fuertes. Seguían haciendo brotar lágrimas de tristeza, de gozo, de emoción. Entonces vinieron las presentaciones en foros de Estados Unidos y de Europa, su mancuerna con Sabina, quien la bautizó como "la dama del poncho rojo", y su romance con Madrid.


Hace unos días, me tocó disfrutar, por televisión, el concierto-homenaje a Lorca que protagonizara Chavela apenas el pasado abril, otra vez en Bellas Artes, acompañada por Martirio y Eugenia León, entre otros músicos, además de la sobrina del poeta. Ahora con poncho blanco, en silla de ruedas, con más de 90 años encima y esa pasión que no se le acaba. Cerró la presentación cantando a tres voces la "Luz de luna" de Álvaro Carrillo. Y nos brotaban de nueva cuenta las lágrimas.


Ayer concluimos el sexto módulo -sobre el proceso de envejecer- del grupo de reflexiones de mujeres que iniciamos hace nueve meses otra amiga y yo. La consigna para la sesión de cierre fue proyectarnos al futuro, a un momento en que nos ubicáramos en la vejez, y reflexionar sobre cómo nos gustaría vernos. Yo no encontré mejor manera de plasmar mi reflexión que con esta Chavela de setenta y tantos años, sobre un escenario, con la pasión de siempre, vieja y poderosa, imaginando, una vez más, "Un mundo raro" de José Alfredo Jiménez.


Gracias, de nueva cuenta, a todas las participantes del grupo, compañeras de viaje, siempre...

2 comentarios:

  1. Creo que yo también puedo decir que crecí escuchando a Chavela y a muchos otros de su generación y un poco más recientes, gracias a mi padre. Me gusta mucho tu proyección. Nunca la he escuchado en vivo y parece ser que esta vez que se presenta, como dices a sus 93 años, en Madrid tampoco la escucharé cantar. Pero al menos la escucharé hablar.

    Abrazos

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    1. Cuando habla, canta y aún canta cuando canta... No te la pierdas y luego me cuentas. Abrazos de regreso.

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