lunes, 14 de enero de 2013

Amor con espinas

para  Ángeles
a sus recién cumplidos años

Casi media vida juntos. Ella perdió la cuenta de los ramos de rosas que él le regaló, de las veces que se lastimó las manos al prepararlas para ponerlas en agua: Al principio, les quitaba las espinas. Conforme fue pasando el tiempo, optó por cortarles los tallos tratando de no espinarse, batalla que al final resultaba perdiendo. Al principio no le importaba, ni siquiera se daba cuenta. Se sentía amada. Pero poco a poco, con el roce de cada púa, fue despertando a lo que en realidad experimentaba.

"Ya no me traigas más rosas", le pidió, esperando -quizá- que le regalara otras flores. Él optó por no traerle nada más.

Entonces ella escogió su propio camino: sin él, sin rosas, sin espinas.

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