sábado, 31 de enero de 2015

.e.s.p.i.r.a.l.


Según la RAE:

2. f. Curva plana que da indefinidamente vueltas alrededor de un punto, alejándose de él más en cada una de ellas.

Según yo:

Proceso (que, según mi misma fuente, es una 1. m. Acción de ir hacia adelante — lo cual es verdaderamente un alivio) mediante el cual me acerco de nuevo, hasta parece que retrocedo en el camino, recreando ese tan conocido ciclo de ilusión y decepción e ilusión y decepción, zambulléndome en el deseo, para luego sacar la cara y tomar aire un poco más lejos cada vez de las invenciones que con mi mente soy capaz de crear y recrear ad infinítum.

Y lo que la RAE no dice es que las indefinidas vueltas alrededor del mismo punto duelen, pero también es cierto que el dolor va disminuyendo, haciéndose más sutil, penetrando a lugares más recónditos, para iluminarlos y permitirme descubrir que, por ejemplo, es mi apego a mí misma (a mi yo, mi ego, mi identidad) lo que me produce el sufrimiento, que en realidad no es culpa de los objetos de mi amor. Y esto, sin duda, implica una mayor responsabilidad. También más profunda y también más sutil. E implica asimismo que puedo empezar a ver con claridad, o atisbar al menos, las cosas como son. (De a poco, ya lo sé, que mi mente es un hueso bastante duro de roer...)

En cada vuelta de la espiral se desvanece una proyección más de cómo me gustaría que las cosas fueran. En cada vuelta de la espiral me libero un poco más de mis patrones habituales.

En cada vuelta de la espiral...

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