sábado, 10 de enero de 2015

sinvivir


para Carmela, que me ayudó a verlo
(y también por el reencuentro)

1. m. Estado de angustia que hace vivir con intranquilidad a quien lo sufre.

¡Qué maravilla de palabra! Y qué precisión de definición. Me sorprende también cómo uno es capaz (bueno, cómo he sido yo capaz) de prolongar ese estado de angustia, que dista mucho de ser maravilloso, pero quizá sea, en cierta medida, necesario para que el proceso llegue a buen fin. Y ese proceso, veo hoy con claridad, depende de mi propia decisión. De mi voluntad, finalmente, de trascender la angustia, aun con la angustia que esto implica y quizá alguna noche más de mal dormir. La despedida, hoy, me permite soltar y empezar a vivir otra vez. Duele, sí, pero al mismo tiempo, y para mi sorpresa, alivia. Alivia porque me (nos) quita parte del peso que sobre mí (nosotros) carga. La indefinición y la necedad, aun recubiertas de amor, pueden hacer (nos) mucho daño y así, el amor igual se desmorona. Hoy sé que hice lo mejor que pude. Hoy sé que hiciste lo mejor que pudiste. Hoy nos perdono por no haber podido hacer más. Hoy nos agradezco todo lo que nos dimos y nos recibimos. Y hoy se abre la posibilidad de salvar el cariño que siempre nos hemos tenido.


fue llegando la noche un silencio que era música en su soledad

2 comentarios:

  1. gracias por hacerme parte de este proceso que solo merece honra y agradecimiento. Te abrazo y te quiero

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    1. Y a ti, Susy, gracias por la compañía y el apoyo. Yo también te quiero.

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