Cada aflicción mental es, de hecho, la base de la sabiduría. Si nos enredamos en nuestras aflicciones o intentamos reprimirlas, solo acabamos provocándonos más problemas. Si, en cambio, las vemos directamente, las cosas que tememos que nos maten se transforman tarde o temprano en los apoyos más fuertes que podríamos desear para la meditación. Las aflicciones mentales no son enemigas. Son nuestras amigas.
Original en inglés y fuente, aquí.
Traducción al español, mía.
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