jueves, 30 de abril de 2015

Pequeño diálogo ominoso (y una historia vieja)


Justo después del terremoto de 1985 en México (y supongo que traído a mi memoria por la devastación reciente en el Nepal por el mismo motivo), mi abuela, que había vivido el temblor del 1957 alrededor de 15 años después de haberse exiliado en México con mi abuelo y sus hijos, sostuvo esta conversación, parece que con alguna de mis tías o de mis primas:


Abuela María Luisa: "¿Y el Ángel cayó?"

Nieta: "No, abuela. Esta vez, no."

Abuela María Luisa: "Ya caerá, hija, ya caerá..."


En el 57, "El Ángel", escultura que corona el monumento que celebra nuestra independencia, salió volando como consecuencia del sismo, se estrelló en el piso junto a la columna que lo sostiene y se hizo pedazos, sin herir a nadie por fortuna, aunque el temblor sí dejó tras de sí muertos y heridos. Al Ángel le llevaría un año volver a estar en condiciones de volver a su sitio (con partes renovadas).

En el 85, "El Ángel" no cayó, aunque sí cayeron muchas más construcciones, dejando un saldo negro muchísimo más abrumador que el del 57. Hoy las palabras de mi abuela se me antojan como un recordatorio de la impermanencia, que sin lugar a dudas es la naturaleza del mundo en el que vivimos, por más que intentemos negarla, rebelarnos antes ella o simplemente ignorarla.

Y como curiosidad, una foto que recién me encontré aquí en la red, buscando algo más de información sobre "El temblor del Ángel". Es la cabeza destruida de la que en realidad es una "Victoria Alada", aunque solamos referirnos a ella como si fuera un espíritu celeste:



Por cierto, que esta cabeza, que tuvo que ser reemplazada, se exhibe hoy en el Archivo Histórico de la Ciudad de México.

Y para cerrar una imagen de la Columna de la Independencia y "El Ángel" de octubre del año pasado, tomada por Santiago:


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