sábado, 16 de mayo de 2015

Paseo fantasma



Ocho acepciones propone la RAE para "fantasma" (Del lat. phantasma, y este del gr. φάντασμα). Y yo la he usado en otras diez entradas del blog: 

La primera cuando recién empezaba, por allá en noviembre del 2009, en referencia más o menos a la "3. m. Imagen de una persona muerta que, según algunos, se aparece a los vivos", aunque se trataba más bien de una persona viva con quien la relación que sostuve había muerto.



En las ocho ocasiones posteriores (12345678), más bien ha aludido a una "6. m. Amenaza de un riesgo inminente o temor de que sobrevenga", aunque más en un sentido psicológico, a saber, el miedo a la vuelta de los viejos patrones neuróticos de conducta.


Y en la más reciente se refiere a "7. m. Aquello que es inexistente o falso. U. en apos. Una venta fantasma. Un éxito fantasma", como un beso fantasma. Esto se acercaría en cierto sentido a la entrada de hoy, aunque en la frase título se aúna, a la calidad de inexistencia, la intención de disipar las vivencias dolorosas pasadas de los lugares presentes. 



Resulta, pues, que una tarde como hoy, pero hace 365 días, paseaba yo por la calles de Barcelona de la mano de un alguien que hoy es ya también un fantasma en mi vida. Entonces ambos intentamos espantar las presencias —antiguas e indeseadas— que se habían quedado rondando en algunos lugares de la capital catalana durante varias décadas. Pensamos que así limpiaríamos el camino para nuestro amor presente y futuro. No sabíamos que había otras apariciones que acabarían por desterrarnos de nuestra propia historia.



Hoy transito, como lo he hecho durante los días pasados, entre recuerdos y fotografías, anhelos y frustraciones, dolores y gozos —de aniversario todos—, para tratar de disipar las ausencias fantasmales que aún permanecen, para conjurar su salida, para seguir adelante, para dar un paso más en mi viaje de reconstrucción —desnuda ya, o desnudándome, de los deseos caducos y las promesas rotas—.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario