viernes, 10 de julio de 2015

Esperanza 2


Hace casi un año exacto, aquí, hablaba yo de la confianza y de la esperanza. Casi dos meses después de eso, hablaba nuevamente de esperanza y seguramente en varias otros lugares la he mentado, junto con su compañero inseparable, el miedo. Y hoy vuelvo al término, otra vez (la última espero) en esta historia que aún me ocupa el corazón, cada vez un poco menos. Recurro, en esta ocasión, a las sabias palabras de Lady Grantham, o cousin Violet, o Maggie Smith en su maravilloso papel como dama inglesa de principios del siglo XX en la serie Downton Abbey: Hope is a tease designed to prevent us accepting reality, que en español sería algo así como: La esperanza es una broma diseñada para evitar que aceptemos la realidad.

Como diría Isabel Cañelles, mi profesora de narrativa: El dharma [la enseñanza del Buda] no es patrimonio de los budistas. O, en otras palabras, se podría decir que la verdad no es exclusiva del budismo y la podemos encontrar en todos sitios si abrimos bien los sentidos. Y sí, me declaro culpable de recurrir aún a la esperanza cuando la realidad duele demasiado, todavía. Pero también es cierto que junto al dolor surge la liberación: ¿qué puede ser más poderoso para ponernos en libertad que ver la realidad tal y como es, no como nos gustaría que fuera?

Hace un rato, gracias al recuento de la reciente visita de mi hijo Santiago a Barcelona, me enfrenté con esa verdad sabida desde hace muchos meses. El corolario: Ni hay ni habrá nunca un caballero en corcel que se presente, anillo en mano (por recurrir a una imagen muy trillada) a mi puerta, movido por la certeza del amor. La culpa y la vocación por la infelicidad ganaron inexorablemente la partida, a tal grado que nuestro último encuentro en México el verano pasado pasó a ser un tema tabú, del que no se habla, sino que debe esconderse en lo más profundo del alma, ahí donde arde sin que los demás lo sepan.

Y tu inevitable decisión de vida —unilateral, cruel, tristísima— hoy me acerca un paso más a la libertad: La libertad de terminar de soltarte, la libertad de asumir la realidad como es y en esa existencia real y efectiva, tú y yo estamos tan separados como es posible estarlo después de habernos amado. Hoy, amor, ya no eres ni volverás a ser mi amor.


Quizá algún día pueda yo volver a ofrecer mi corazón...

2 comentarios:

  1. La esperanza no se acaba....La esperanza se enfoca en otra dirección....Esperanza en el futuro, en los nuevos caminos.....Nunca se sabe lo que nos espera...Siempre que se cierra una puerta, se abre otra...Hay que cerrar la puerta y dejarse fluir....Qué hermoso texto, como todo lo que escribes.....

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    1. Más que esperanza, que puede ser bastante traicionera, prefiero la aspiración... del amor, de los caminos y las puertas que se abren, sin tantas expectativas que acaban por obstruir el fluir de las cosas. ¡Gracias por leerme y por comentar!

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