Interesantes, sin duda, las acepciones del verbo hallar:
De fallar1.
1. tr. Dar con alguien o algo que se busca.
2. tr. Dar con alguien o algo sin buscarlo.
3. tr. Descubrir con ingenio algo hasta entonces desconocido.
4. tr. Ver, observar, notar.
5. tr. Descubrir la verdad de algo.
6. tr. Dar con una tierra o país de que antes no había noticia.
7. tr. Conocer, entender después de una reflexión.
8. prnl. Estar presente.
9. prnl. Encontrarse en cierto estado. Hallarse atado, perdido, alegre, enfermo.
En particular, para mí hoy, la 3, la 5 y la 7. Pensé que si no le hacía demasiado caso al último hallazgo, al que me refería tangencialmente hace unos días a propósito del regreso de mi hijo a casa, acabaría por evaporarse o dejar de doler. Pero resulta que no, que ni se va ni deja de lastimar. Entonces concluí que lo necesitaba hacer era acogerlo de verdad para así poder soltarlo, sin disfraz ni cubierta de tos y mocos.
Cuando Santiago me habló de sus encuentros con Javier (por no usar ningún eufemismo, tipo "Voldemort", por ejemplo) durante sus estancias en Barcelona, en particular la penúltima y la última, de repente se me hizo evidente una verdad que había yo eludido por todos los medios (y, además, se me reveló en inglés): You never stood a chance. Es decir, que jamás tuve (o nunca existió) ni la menor posibilidad de éxito en la empresa en la que él y yo creímos embarcarnos. Quizá para alguien más avezado que yo, esto suene como una obviedad, pero para mí había permanecido oculta detrás de mi mirada fantasiosa. Y ahora descubro que lo verdaderamente fantasioso fue la historia que ese hombre se contó a sí mismo, incluido su anhelo, no por fantasioso menos genuino, pero por completo inalcanzable, pues no perteneció nunca al reino de lo que llamamos "realidad", con mayor o menor tino.
Quizás el golpe mayor, como le suele suceder a cualquier ego que se respete, fue darme cuenta que yo no fui más que una fantasía en la mente de alguien más, yo que me las daba de haber sido tan real, sólida e importante...
En fin, una lección más y un paso más hacia la liberación, eso que ni qué.
Y mientras tanto, en marzo sigo lloviendo:
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