Y entonces me puse a repasar mis cumpleaños capicúa anteriores para ver qué había marcado aquellos años:
11 — Hice un viaje a Disneylandia, con mis papás y mi hermano
22 — Me fui de casa de mis padres, tras un novio hindú y tras de mí misma
33 — Nació mi hijo Santiago, que este año tendrá su segundo capicúa, en agosto
44 — A 4 años de mi divorcio, y después de un amor maravilloso y fallido, me encontraba con otro amor, maravilloso y fallido, lejos de casa
55 — Mi hijo se ha ido de casa (a sus casi 22), bueno, ya se había ido, pero ha dado varios pasos más en la construcción de su propio camino
Y así se pasa la vida, entre cumpleaños capicúa y los que no lo son. Y me celebro y me celebran. Este año, el mero día transcurrió en Chimal, con el cariño y los apapachos múltiples de mi comadre, María Eugenia.
Para muestra un botón, mi pastel de cumpleaños, un "chorreado de chocolate", horneado y decorado con todo cariño por ella, agradecido y disfrutado con todo cariño por mí:
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