jueves, 26 de julio de 2018

Con luz de vela


Hace dos noches se fue la luz, después de una lluvia de juguete. Yo estaba sola en casa, viendo una serie y cenando. Mi compu se quedó prendida (gracias al regulador), pero sin sonido porque las bocinas están conectadas directo a la corriente. Así que puse la serie en pausa. («No. Por qué hoy. Por qué a mí.») Pero rápido solté la decepción y me fui a buscar una vela. (Parecía que la cosa iba para largo.)


Por cierto, la definición de "vela" del DRAE (entre otras ocho acepciones) me pareció genial: «8. f. Pieza generalmente cilíndrica o prismática y de cera o parafina, con un pabilo en su eje y que se utiliza para alumbrar.» Yo no sé qué habría escrito si me hubieran puesto a definir tan útil instrumento. (Tampoco sabía que viene del verbo «velar».)


Y la cosa fue para largo. Entonces apagué la máquina (cuando el regulador avisó, chillando como loco, que estaba por dar de sí) y decidí instalarme un rato en el comedor, para terminar de cenar y ver si podía leer un poco.

Encontré una vela más y tres veladoras y las puse todas juntas, pero entre la miopía, la catarata y la necesidad de más velas, leer lo que se dice leer resultó imposible. Pero sí pude hacer algunas fotos con esa luz incomparable y saborear tantito cómo habrá sido vivir sin electricidad (en cuanto a iluminación se refiere) y darme cuenta lo mal acostumbrada que estoy a simplemente presionar un interruptor.



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