sábado, 18 de agosto de 2018

siete de diez


Esta maravilla de libro fue uno de los muchos que leí durante el bachillerato (en la clase de Mr. Hendricks, quien hoy cumpliría, también, 84 años).

Creo que Winesburg, Ohio sería el libro que yo mencionaría si me preguntaran cuando nació mi conciencia escritora. (La lectora la precedió por muchos años, aunque quizá hayan surgido más cercanamente de lo que pensé en primera instancia.)

En esta colección de relatos, Sherwood Anderson nos lleva a un pueblo del Medio Oeste estadunidense, que da nombre a la obra, y nos presenta una serie de personajes, que el prologuista de esta edición califica como "lisiados emocionales" (emotional cripples) y el propio Anderson como "grotescos" (grotesques).

Yo lo que recuerdo con total claridad es que, a través de las historias de los habitantes del pueblo, con el joven reportero George Willard como hilo conductor (y personaje principal), concluí que todos, en mayor o menor medida, somos lisiados emocionales, pero la mayoría no tiene ni idea. Destaca en mi memoria el relato que abre el libro, "Hands", sobre un maestro de escuela.

A Anderson se le considera precursor de la generación de narradores que le siguió: Hemingway, Faulkner, Wolfe, Steinbeck, Caldwell, Saroyan y Henry Miller. Tuvo una vida agitada que se cerró a causa de una peritonitis provocada por un palillo de dientes que se tragó sin darse cuenta cuando se comió la aceituna de un martini durante un crucero en América del Sur, junto a su cuarta mujer (digno de un cuento). 

Yo he tenido la intención de releer el libro durante muchos años ya y aún no lo hago, entre otras cosas porque mi ejemplar tiene el don de aparecer y desaparecer, o sea, a veces sé dónde está y otras, no lo encuentro. Además, de pronto se duplicó, pues mi hijo y yo encontramos la edición que su papá leyó en su época en la escuela. Parece ser que ese fue el que hace poco leyó también Santiago.

En algún momento, hace muchos años, se lo presté a Deepak Lakshminarayana, mi novio de la India, amante de Henry Miller, quien hizo algunos subrayados, marcas y comentarios (a lápiz y muy limpitos), que ahora acompañan a los que yo hice en mi adolescencia.


Todo un viaje, pues, volver a Winesburgh, Ohio.

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