sábado, 24 de noviembre de 2018

Para mi tía Olga


Cada 24 de noviembre pienso que tendría que tener una foto de unos claveles rojos, las flores favoritas de mi tía Olga. Y cada 24 me acuerdo que no la tengo. (No sé dónde se meten los claveles que no los he podido fotografiar.)

Y entonces me pongo a buscar flores rojas que le pudieran gustar a mí tía. Yo creo que le gustarían todas las flores. Que le encantaría que celebráramos juntas su cumpleaños. (Ahora mismo no me acuerdo de ningún festejo en particular cuando aún vivía).

Como cada 24 de noviembre, me acuerdo más de ella. La echo de menos un poco más que de costumbre. Porque de costumbre, se aparece en muchos días de mi vida y cualquiera que se acerque a nuestra familia (a Santiago y a mí) acaba por conocerla a través de una infinidad de momentos compartidos con ella, de enseñanzas que marcaron mi vida para siempre.






Este año, tía, te dejo estos ramos de rosas que me robé con la cámara al pasar por el puesto de flores que está entre la escuela y mi casa. (A ver si para el próximo encuentro tus claveles.) Y te cuento que estoy por irme de viaje a España a la presentación de una segunda antología de relatos donde publican uno mío. Sé que lo celebrarías conmigo. Que te sentirías orgullosa.

Sabe que te llevo conmigo siempre.

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