miércoles, 30 de octubre de 2019

g r o u n d l e s s n e s s 2







Pues hace una semana y un día que aterricé en Madrid. O que mi cuerpo aterrizó aquí. Creo que aún me faltan partes/aspectos/fragmentos...

Esto ha hecho, claro, que siga la sensación de g r o u n d l e s s n e s s (lo cual, según los maestros, es buenísimo...)

El caso es que el jet lag lo procesé bastante bien y rápido. Salvo que aún estoy durmiendo 10 horas cada noche (y todavía despierto con sueño) o que, de pronto, me entran ataques de hambre a las horas más inusitadas (que, quizás, no lo serían tanto del otro del mar). Igual amanezco con alguna migraña (que esas sí que aterrizaron conmigo o, con suerte, sean solo parte del proceso de adaptación).

De algún modo, sigo con un pie en el aire y otro pisando de pronto el Paseo de la Castellana. Ya mi ropa vive en un armario que no es mío, igual que el resto de mis cosas. Muchas se han quedado en bolsitas varias que me facilitan encontrar lo que busco. Ahora soy soy quien aprende a vivir en casa ajena, mientras Ana, mi anfitriona, aprende a compartir la suya.

Casi me he apropiado de su despacho (estudio, diría yo) para establecerme con mi compu (ordenador, dicen acá). Entre lo primero que vi al asomarme por la ventana, fue el otoño:









Y unos cuantos días después, por la misma ventana, mi primera ave madrileña. Ni idea de qué especie será, pero me dejó hacerle varias fotos:









También he descubierto que en los supermercados de acá, además de las consabidas bolsas de plástico, hay guantes de plástico (desechables también, por supuesto) para tomar la fruta o la verdura higiénicamente. Como si nadie hubiera escuchado nunca a Greta Thunberg.

Y entre pacientes y traducciones, he salido al Reina Sofía, a ver una exposición sobre las  musas insumisas, y al Centro Fernán Gómez, a ver otra de artistas inspirados en las pinturas de la época negra de Goya.

aquí un Saturno moderno vomitando a uno de sus hijos

Estoy aprendiendo también que un día nublado no equivale necesariamente a un día frío y que un día soleado tampoco es necesariamente tibio o cálido. Y me enamoré a primera vista de la Julia de Jaume Plensa que vive (hasta diciembre) en la Plaza de Colón.





Así mis primeros días madrileños.
(Seguiremos reportando.)

4 comentarios:

  1. Felicitaciones por los días madrileños y los que vendrán. Un abrazo
    Ligia

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    1. Qué gusto saber de ti, Ligia. Ojalá nos desvirtualicemos pronto y nos demos un abrazo cuerpo a cuerpo...

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