viernes, 17 de abril de 2020

Cosas que suceden en mi ventana 6


  • La vecina nueva se sienta en su ventana a eso de las 5 a recibir el sol y leer. (Esta vez creo que sí lee.) La luz y el calor con tan fuertes, que se pone un sombrero. Quisiera sacarle una foto, pero me abstengo. Ha volteado hacia mi ventana, pero no hemos hecho gesto alguno de sabernos vistas.
  • Los árboles han dejado de ser ramas. Vuelven a ser hojas.
  • ¡La vecina nueva son vecinos! Es una pareja. Pasadas las 4, están los dos en la ventana. Él, sentado en el quicio, detenido por el barandal, mira hacia la calle y luego hacia su mujer, con quien platica. Ella, sentada en la silla, con un suéter rojo, lo mira a él. (Mi primer impulso es hacerles una foto, capturarlos con mi cámara, pero me contengo.) Se ven contentos juntos. Hablan con las manos y los brazos. Y me alegra. También me da nostalgia.
  • No salgo a aplaudir a las 8. No sé bien por qué. Porque no me siento del barrio. Porque no me siento española (aunque en papel también lo sea). Porque no me identifico con las consignas. Quizás si saliera, establecería contacto con mis vecinos.
  • Llueve. Amanece lloviendo casi como si fuera Cuernavaca. Como si hubiera norte en Veracruz. (¿Qué clase de primavera es esta?) Me quedo un rato más en la cama, imaginando que estoy en casa. Es el patio interior el que intensifica el sonido de las gotas que caen. Ya en el despacho, la lluvia vuelve a ser casi inaudible. Lejos de lo tropical. Casi sin luz.
  • Las nubes pasan de prisa, al filo del anochecer: Parecen un mapa que se fuera desintegrando ante nuestros ojos, disolviéndose al contacto con el aire. (Ya no sabremos volver.)
  • En el cielo, hacia la glorieta de los sagrados corazones, el sol convierte una chimenea en faro. (Quizás sí podamos volver.)

  • Dos torcazas, lo sé por el collar blanco en su cuello, se posan en el árbol frente a mi ventana, mi árbol. Se acicalan. Buscan comida. Se miran. Una se va. Otra permanece, bien posada en la rama, meciéndose en el viento. (Quizá fue un cortejo fallido.)

2 comentarios:

  1. Gracias por tus relatos Adela, siempre me hacen transportarme a algún otro lugar nuevo, tal vez en España, tal vez en otro destino aún no explorado...Por favor, sigue escribiendo de tu cotidiano por allá, es bálsamo para tu alma y para la de tod@s los que te leemos. Un abrazo apretado.

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    1. ¡Gracias por tus palabras, querida Isa, y por leerme, y por emocionarte, y por emocionarme. Cuando lo que una escribe se hace "bálsamo" más allá de una, la escritura cobra total sentido. Te mando un abrazo apretado de vuelta, con mucho cariño.

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