martes, 2 de enero de 2024

::2:0:2:4::::










Salgo a caminar después de varios días de casi total encierro: tos, dolor de garganta y retiro de meditación.  Genial manera de empezar el año. De verdad. Quién lo hubiera dicho (más de uno, seguro...). 

La cuna de Moisés florea frenta a la puerta de doña Pina, frente al nopalillo navideño y las flores moradas (más claras que las mías porque les da menos luz) cuyo nombre desconozco.






Lo primero que me viene a la cabeza es que el mundo no ha cambiado entre el año "viejo" y el año "nuevo": claro son etiquetas ilusorias eso de "nuevo" y "viejo". Saludo a la jacaranda y al zapote blanco, que se sigue muriendo, pero no acaba de morirse y tiene ya un hijo creciéndole al lado. Saludo al jacalasúchitl, que llegó al año con una flor del pasado y veo el tapete de bugambilias que se hace en la canaleta atrás de los edificios.  Me paro ante el arbusto que se asoma desde el súper con sus pomponcitos amarrillos y hago un par de fotos más. 







El cielo está brillantísimo, con nube sobre nube de color blanco montaña.  Quizás porque tengan hielo, gotitas congeladas entre gotitas líquidas.  Me encamino hacia la parte de arriba del condominio a saludar a las golondrinas sobre los cables, parecen las mismas de siempre. Salen volando al momento en que disparo la cámara (aunque no tiene que ver una cosa con la otra): asustadas, inquietas o quizás solo  porque sí. Es raro poder fotografiarlas en pleno vuelo.








Después de rodear el primer edificio, me dirijo a la barda que da al terreno agreste del súper a ver cómo van los capullos amarillos, a ver si ya eclosionaron.  Siguen igual que el año pasado, quietos, con sus bichos adentro esperando.   Busco entonces a la araña negra de tocado amarillo que había tendido su tela entre el aguacate y la araucaria. Ya no está. 







El mundo es, pues, el mismo que era el año pasado. Y a la vez es un mundo nuevo, instante a instante, si tenemos la presencia mental para conectarnos con el momento presente, único e irrepetible. Ese mundo que se ve igual es fresco y recién nacido cada vez que lo miramos. La ilusión de continuidad es, en realidad, una reacción al miedo que nos da que la realidad verdadera sea insasible. 


Que en el 2024   cultivemos la compasión, en cada oportunidad, hacia todes y hacia tod,o  en todos los rincones  del universo, los de adentro y los de afuera.
 
Durante los 366 días del año que empieza, bisiesto, como me lo recordó un amigo de feisbuc a propósito de esta imagen.


4 comentarios:

  1. Amiga espero que te sientas mejor! Te mando msj mañana para vernos va? Aprovechemos las oportunidades que este nuevo comienzo nos ofrece! Te quiero

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Ya voy mucho mejor, Susy, gracias. Y sí veámonos. (Yo me voy del 5 al 8 a ver a mi comadre.) Yo también te quiero ❣️

      Borrar
  2. ¡Feliz año, jefa! Que aprendamos a encender nuestro corazón valiente de compasión y que, al hacerlo, inspiremos a otros a hacer lo propio. Te quiero

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. ¡Feliz año, 🐒ito! Me uno a tu aspiración y te agradezco el espacio que me brindas para seguir alcanzando ese corazón valiente de compasión... Yo también te quiero ❤️‍🔥

      Borrar