No falla. Cada año Vivaldi y cada año la primavera. Todavía.
Estos días, cuando he salido a caminar la primavera es aroma.
Dos predilectos, como diría mi abuela Rosa: el de las flores de los flor de mayo que se empiezan a cubrir de rosa con algo de blanco y amarillo. Todos son hijos del que plantamos hace décadas Santiago, su papá y yo.
Aquí al pie del árbol madre:
Y los tapetes de flores de jacaranda que cubren ya las baldosas y el pasto empiezan a descomponerse y despiden un perfume dulzón con un mínimo punto ácido. También me fascina.
Y quién no conoce la primavera de Vivaldi, comenta El Coleccionista. Y empieza a sonar. Se me humedecen los ojos y me pongo feliz. Me encanta. Primavera hecha sonido, música.
Hoy no hubo "caminata contemplativa", como les dice una vecina a mis paseos matutinos con cámara en mano, pero entró oficialmente la primavera, que ya andaba por aquí desde hace semanas.
Y Vivaldi, el cura rojo, se vuelve a acabar. Sonará otra vez. Ojalá
Hoy, como todos los días, toca seguir.
Vendrá Ravel, con "Espejos".
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