Quisiera ser jacaranda que cae sobre el agua de la alberca o que acaba en un hormiguero como comida o cama para la hormiga reina. Quisiera ser la lluvia de noche que puede llorar sin ser vista. Quisiera ser vécoco en tu ventana u ozalí en el altar del manguingo. Quisiera ser un pingüino con velita en la fiesta de cumpleaños. Luz de bengala en navidad o la estrella de belén en la puta de un árbol. Quisiera ser una constelación con tu nombre o unos labios que se acercan a los míos a los tuyos suavemente. Quisiera ser vencejo en el cielo azulísimo de Madrid o un trozo de mosaico en el Parque Güell de Gaudí. Quisiera ser gallina en Chimal o gato en casa de los Cohen o junto a Dasha. Quisiera ser nota musical que brota del triángulo en el Palau de la Música o lentejuela en un vestido de noche. Quisiera ser rímel en tus ojos o copo de nieve en Nueva York.
Y acá la canción que, en el grupo de escritura de los martes,
dio pie a este y otros textos
(gracias, Macu):
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