La RAE es parca y precisa cuando define el verbo "cancelar", de donde se deriva el sustantivo ("acción y efecto de...") que da título a esta entrada:
Del lat. cancellāre.
1. tr. Anular una cita, un billete, una cuenta bancaria.
2. tr. Pagar o saldar una deuda.
3. tr. Borrar de la memoria, abolir o derogar algo.
4. tr. Ec. y R. Dom. Despedir a un empleado.
Hasta aquí, todo claro, ¿no?
"Anular", por su parte, en su segunda acepción se define como:
De nulo.
1. tr. Dejar sin efecto una norma, un acto o un contrato. U. t. c. prnl.
2. tr. Suspender algo previamente anunciado o proyectado. U. t. c. prnl.
3. tr. Incapacitar, desautorizar a alguien. U. t. c. prnl.
4. prnl. Retraerse, humillarse o postergarse.
Y "borrar" así:
De borra1.
1. tr. Hacer desaparecer por cualquier medio lo representado con tiza, tinta, lápiz, etc. U. t. c. prnl.
2. tr. Hacer rayas horizontales o transversales sobre lo escrito, para que no pueda leerse o para dar a entender que no sirve.
3. tr. Desvanecer, quitar, hacer que desaparezca algo. Es difícil borrar esa vileza. U. t. c. prnl.
4. tr. olvidar (‖ dejar de retener en la mente). U. t. c. prnl.
Y este periplo de palabras para llegar a lo que recién me entero que tiene un nombre: "cultura de la cancelación", que wikipedia explica bastante bien, aquí. De las definiciones anteriores, me quedo con estos términos y frases: borrar (de la memoria), dejar sin efecto, anular, hacer que desaparezca algo, olvidar. Mi primer encuentro consciente con este fenómeno, aunque aún desconocía su nombre, fue lo sucedido a propósito de los comentarios presuntamente transfóbicos de J.K. Rowling. A mí lo que me interesa, de momento, no es el contenido de los comentarios, con los cuales estoy esencialmente en desacuerdo, sino el tipo de reacción que suscitaron. A saber, la desacreditación total de ella como persona, incluyendo su labor como escritora. He aquí la cancelación: si alguien expresa alguna opinión con la cual no estoy de acuerdo, merece que yo, y todos los que piensan como yo, conocidos o desconocidos, la borremos del mapa. ¿Y quién nos otorga el derecho, basado en una supuesta superioridad moral, de lanzar la primera piedra y seguir lanzándolas sin detenernos ni un instante a cuestionarnos a nosotros mismos ni a ver el daño que podemos infligir a otro ser ? ¿Qué nos impide ver que estamos repitiendo la misma conducta agresiva o hiriente de quien estamos criticando?
Mi segundo encuentro, más consciente, con el mentado fenómeno tiene que ver con la manipulacion del fragmento de un video de la interacción entre el Dalái Lama y un niño indio, tachada de pederastia. No niego que, cuando lo vi por primera vez, me sorprendió, pero más me sorprendió la reacción de una conocida que se refirió al maestro budista tachándolo de "asqueroso" en una publicación en su muro de feisbuc. Sentí la agresión del juicio como si hubiera recibido un golpe y, entonces, me puse a explorar más a fondo lo sucedido y comprobé lo que había sospechado desde el principio: había un malentendido nacido de la incomprensión de la situación completa (no solo un fragmento de unos cuantos segundos), así como de los componentes culturales y políticos de lo sucedido. Incluso si pensáramos que hubo cierta torpeza o ingenuidad en el comportamiento del lama, hay un salto cuántico de ahí a pedir que se le encarcele, lo cual, me parece a mí, tiene su base en el ego de quienes lo juzgamos.
¿Y qué hice cuando sentí, primero, la sorpresa y, más adelante, la energía de la agresión? Volteé hacia dentro para ver mi propia mente. Eso es lo que me ha enseñado el Buda. Ver primero qué me sucede a mí en mi interior y, solo después de encontrar alguna claridad y calma, voltear para afuera y responder de la manera menos agresiva posible. Después de ver 2 videos sobre el incidente desde la perspectiva de un hombre tibetano (cuyos enlaces comparto al final de esta entrada), opté por escribirle un mensaje vía correo electrónico a mi conocida, para no echarle leña al fuego de las redes sociales. Simplemente le pedía que viera los videos y que abriéramos un diálogo, teniendo como base el respeto y aprecio que le tengo profesional y personalmente y aludiendo al impacto que pueden tener las narrativas tergiversadas.
Hasta el momento, más de 10 días despés de mi mensaje, no he recibido respuesta. Supongo que esa es su respuesta y también cabe la posibilidad, mínima pues ya habíamos estado en contacto por correo electrónico antes, de que no recibiera mi correo.
Mientras tanto, yo sigo viendo mi mente, que es el ámbito esencial a partir del cual puede surgir el cambio duradero en nuesto entorno. Es a partir del trabajo con nuestros propios patrones habituales neurótico que podremos trascender la tentación de cancelar a alguien y, en cambio, abrir nuestra perspectiva, el diólago y las posibles respuestas, en lugar de reducirlos a su mínima expresión. Podemos, pues, evitar el enorme riesgo de destruir y, en su lugar, crear, cuidar, proponer, entender...
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Y aquí los enlaces de los videos (1 y 2) por si a alguien le interesa.