domingo, 11 de julio de 2010

Dejé de lavarme los dientes desde ayer para sentir la amargura en mi boca. Cuando fue insoportable, pensé en ti y, entonces, sólo noté un gusto dulce. La pasta y el cepillo fueron un mero trámite.

1 comentario:

  1. Ha de ser afortunado o afortunada.
    Por aquello de llevar siempre su presencia o su ausencia incrustada en el paladar...
    Creo que el amor es el único dulce que no engorda.
    A veces, también, el limón más amargo.

    Hoy me quedo con la dulzura de tus palabras.
    (Bittersweet Symphony)

    Un abrazo,
    Db.

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