viernes, 6 de febrero de 2015
sueño 3.
Las dos ocasiones anteriores en que abordé este vocablo (aquí y acá) me refería a las fantasías que se nos aparecen cuando dormimos. Hoy, me voy a otra de sus acepciones:
6. m. Cosa que carece de realidad o fundamento, y, en especial, proyecto, deseo, esperanza sin probabilidad de realizarse.
Lástima no haber tenido claro desde el principio que se trataba de algo sin probabilidad de logro. Tal vez lo podría haber soltado antes. Pero entonces no habría cumplido con su propósito, a saber, permitirme ver mi mente una y otra y otra y otra vez.
Y en este arduo camino hoy descubrí otro fragmento más, de mí, de la vida: Esos proyectos, deseos o esperanzas condenados al fracaso (por decirlo de otro modo), a pesar de su irrealidad inherente, se rompen. (Bueno, esto ya lo sabía y lo había experimentado innumerables veces, como todos.) El verdadero hallazgo es que no terminan realmente de hacerse añicos hasta que alguien afuera de uno mismo verbaliza el hecho.
Para mí tuvo lugar hoy, en la escuela en la que di clases durante tres años, antes de renunciar para "cumplir mi sueño". El sueño se rompió y a mí me volvieron a ofrecer mi antiguo trabajo. (Qué fortuna, sin duda.) Como parte de mi reincorporación, hoy tuve que asistir a una junta para compartir con los padres los planes próximos del colegio. Yo aludí a que me había tomado un año sabático (sí, un eufemismo protector), pero la directora dio un paso más allá explicando que "Adela se iba a ir a España, pero no se fue y aquí está con nosotros". Una parte de mí se quedó helada ante tal declaración y no por lo que pudieran pensar los demás (bueno, solo un pelín), pero sobre todo porque al escuchar esa verdad sobre mi vida en una voz ajena a la mía, se hizo irremediablemente cierta.
Cumplí con mi papel hablando frente a los padres y al salir me ganaron las lágrimas (una vez más, sí). A veces me parece que no se me van a acabar, pero mis amigas me dicen que sí, que es un paso más del proceso, que se vislumbra el final, que "ya merito".
Y yo les creo porque han estado ahí a mi lado, compartiendo la dicha y el dolor, desde el primer momento...
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