viernes, 2 de octubre de 2015

Sábanas limpias


No me acuerdo cada cuánto se cambiaban las sábanas en casa de mis papás cuando yo era niña, pero sí recuerdo el placer que me daba el tacto ligeramente rasposo y el olor más o menos sutil a detergente de las sábanas recién puestas. También recuerdo lo poco que duraba.

En mi casa, hoy, cambio las sábanas cada dos semanas (me parece un gasto inútil de agua hacerlo más seguido) y aunque lo intento, no he vuelto a encontrar la sensación que me dejaban las sábanas limpias de mi infancia.

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