Ayer, regresé de Chimal. Sola, pues Santiago se quedó en Tepoz con sus amigos.
Cuando llegué a casa, Gerardo, el guardia que ya superó el año de servicio en el condominio, me abrió la puerta.
Después de saludarlo, le pregunto: "¿Habrá correspondencia para mí?"
Él me responde: "No. No ha llegado nada."
Hace una pausa.
Continúa: "¿Esperaba algo?"
Hago una pausa.
Es una buena pregunta.
Quizá sí y no me había dado cuenta.
Le contesto: "No..."
Y le agradezco su atención.
Se acerca mi cumpleaños y ando extrasensible.
Sábado Santo, de paso en Ocotepec |
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