viernes, 27 de abril de 2018

Desamigar, bloquear y demás parientes


Yo que pensé que eso de "desamigar" era un neologismo proveniente del unfriend inglés, surgido a partir del auge de las redes sociales, pero resulta que la RAE tiene ya consignado el término, aunque no con el giro tecnológico que ahora tiene.

desamigar
 

De des- y amigar.

1. tr. p. us. enemistar. U. t. c. prnl.


Ahora es un "verbo transitivo poco usado" y "usado también como pronominal". La RAE aún no lo ha relacionado con esa simple acción de dar un clic en el Facebook para eliminar a alguien de nuestra lista de amigos, que vendría siendo, digo yo, un acto de "desamigar".


Si nos vamos a "enemistar", nos encontramos con que significa:

1. tr. Hacer a alguien enemigo de otra personao hacer perder la amistadU. t. c. prnl.

Y esto se parece bastante a lo que sucede con el mentado clic.

Yo en mi historia feisbuquera he desamigado a varias personas y la mayoría de las veces me he arrepentido, no porque la persona en cuestión y yo hubiéramos dejado, efectivamente, de ser amigos (aunque sin convertirnos en enemigos, creo), sino porque las circunstancias cambian y volver a enviar una solicitud de amistad (para amigarnos nuevamente) suele no llevar a ningún lado. Porque desamigar así es una ofensa, o se toma como tal.

En otras ocasiones, desamigar a alguien ha sido un paso hacia la resolución de un duelo por una relación amorosa concluida. Simbólico, quizá, pero un paso igual. (Así como borrar los propios comentarios y los comentarios de la persona en cuestión, antes del desamigamiento.) Supongo que esto sería como rasgar o quemar cartas, cuando eran de papel. Y se vale, creo yo, pues tiene que ver más con un proceso interno que externo. Y externamente, simplemente se logra que lo que es se parezca más a lo que es y no a lo que nos gustaría o nos hubiera gustado que fuera.

Por otro lado, a mí también me han desamigado varias veces. De esas no llevo la cuenta: primero, por salud y segundo, porque Facebook te avisa cuando alguien quiere ser tu amigo, pero no cuando alguien ya no quiere. La primera vez me di cuenta porque disminuyó mi número de amigos. Ahora ya tampoco me fijo demasiado en eso. De vez en cuando me pregunto qué será de alguien de quien hace mucho que no veo ningún post y así he descubierto que algún exalumno, por ejemplo, optó por eliminarme de su lista de amigos. A veces me he preguntado por qué y otras, no. (Pero si me enviaran una nueva solicitud de amistad, la aceptaría.)

En muchas ocasiones, me parece que este desamigamiento responde simplemente al hecho de que la relación que una sostuvo con alguien más yo no es tal, sin resentimientos escondidos (con suerte...).

Pero resulta que hay un paso más allá de retirarle nuestra amistad a alguien y ese consiste en bloquearlo de nuestro Facebook, para lo cual hay que seguir un proceso un poco más largo (y con más voluntad, supongo). Hay varias vías, según acabo de informarme vía google porque nunca lo he hecho. Una de ellas responde, ni más ni menos, a la pregunta: "¿Cómo evito que alguien me siga molestando?". También se puede hacer desde la página de la persona que queremos bloquear.

Y de las 6 acepciones de bloquear que consigna el diccionario, quizá la más cercana a la acción que aquí me ocupa sea:

1. tr. Interceptarobstruir o cerrar el pasoLa nieve bloqueó la carretera. U. t. c. prnl.

Se cierra el paso a la amistad, a la relación, a las disculpas, al arrepentimiento y se solidifican, aún más, la enemistad, el enojo, el rechazo, todo aquello que a veces creemos que necesitamos para sentirnos seguros.

A mí sí me han bloqueado, dos veces que me haya dado cuenta (porque Facebook tampoco te avisa, por fortuna, creo). Una vez me enteré porque busqué a alguien para felicitarla por su cumpleaños y no la encontré. Cuando alguna vez me había pasado esto antes, había sido porque la persona en cuestión había cerrado su Facebook y por eso no le encontraba. Segura de que este era el caso, lo confirmé con un amigo mutuo y resultó que no, que ella no había cerrado su Facebook, pero no quería tener nada que ver conmigo. (Bueno, que si nos bloquean es como si no existiéramos o más bien como si esa persona no existiera ni hubiera existido nunca para nosotros.) Y sí me dolió. Para qué decir que no. Pero al fin y al cabo, la decisión habla de las necesidades o conflictos sin resolver de quien bloquea y no del bloqueado.

Y recientemente descubrí que otra amiga, amiga de años de la vida real con quien se dio una situación en la que me sentí muy violentada, me había bloqueado. Lo supe porque la busqué después de haberla desamigado y no la encontré por ningún lado. Y puedo entender, sí, que el bloqueo haya sido la reacción a mi desamigamiento. Y me dolió. Otra vez. Sí. (El rechazo duele, por lo menos mientras logramos alcanzar un desapego sano). Y me pregunté qué podría haber hecho yo de manera diferente. Y también qué podría haber hecho ella de manera diferente.

En fin que, como vengo pensando desde hace mucho tiempo ya, el Facebook y demás redes sociales no son nocivas en sí mismas, sino que simplemente intensifican y magnifican nuestros patrones neuróticos habituales. Es ahí, me parece, donde está el origen del sufrimiento y ahí también donde podemos empezar a superarlos, recordando que los amigos y los enemigos no son tan diferentes como creemos, ni tan duradera ni sólida la etiqueta que les plantamos encima.


4 comentarios:

  1. Gracias por la reflexión, a mí me queda observar cuando alguien me desamiga en las redes, qué me sigue doliendo y cómo reforzar mi trabajo personal en ese aspecto. QUizás si no existieran estos medios, no se daría esta oportunidad. Te dejo un fuerte abrazo.

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    1. Exacto, Susy, nos proporcionan también un espacio para el trabajo personal. Ya hay que vernos en persona, ¿no? Te mando un abrazo de vuelta.

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  2. Dejo por aquí el comentario que me hizo mi amigo Carlos Candiani a propósito de esta entrada:
    Siempre es un placer leerte, y siempre invitas a la reflexión con los temas más variados, como este desamigar en Facebook. Ahora que lo mencionas, me he llegado a arrepentir de borrar a un par de personas, pensando que quizá debí ser más tolerante (ya sabes, tiempos de elecciones), pero no borro a quienes piensan distinto a mí, sino a quienes contribuyen al miedo o al odio sin ningún tipo de análisis. Además, creo que tenemos una responsabilidad con nosotros, la de mantener comunicación con quienes nos hacen felices y nos ayudan a crecer o a mirar el mundo de otra forma. Un abrazo.

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    1. Y lo que le respondí, para no olvidarme de la plática:
      Y siempre un placer ver tus comentarios (y me lo llevo al blog para que no se vaya entre las grietas del Facebook) y seguir platicando, aun virtualmente, querido Carlos. Coincido plenamente en el daño que hacen el miedo y el odio y cómo se potencian, además, en estos espacios. Lo bueno es que la amistad y el entendimiento y la comunión también hallan su lugar y florecen. Un abrazo de vuelta, que ojalá nos demos pronto en persona (con charla en vivo y a colores).

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