En el balcón de doña Pina cabe de todo.
Tres jitomates.
Una fresa o dos.
Un geranio blanco, casi gris, con toques naranjas.
Y una o dos flores exóticas.
Espectaculares.
Que cuelgan.
Con un pistilo largo largo.
Además, todo se refleja en el los vidrios de su balcón.
Y el mundo se duplica.
Hoy, me acerqué subrepticiamente mientras ella veía la tele.
Y me robé estas imágenes.
Y me fui sin saludarla.
(Mal hecho. Dirían mi tía Olga y mi abuela Rosa.)
Así es el balcón de doña Pina.
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