martes, 2 de octubre de 2018

Déjà vu


Hace varios años ya, cuando Santiago iba en la prepa, yo me levantaba antes del alba, bastante antes, para llevarlo al sitio donde lo recogía el transporte que lo llevaba a su escuela. Me costaba muchísimo madrugar así y soñaba con el día en que ya no tendría que hacerlo.

Entonces llegaron los días en que él ya no precisaba de mi aventón. Y soñaba con los días en que solía llevarlo.

(Así somo los humanos. Nunca contentos con lo que tenemos.)

Ahora resulta que, aunque estudie en México, los lunes entra a las 8:30 a la UNAM. Cuando se queda el fin de semana en Cuerna, precisa otra vez de mi aventón tempranero para agarrar otro aventón que lo lleve hasta la Ciudad. Y yo soy feliz de poder llevarlo de nueva cuenta (y casi no me quejo).

El lunes pasado ya no era tan temprano, pero igual lo llevé a "La Paloma". Y cuando me bajé del coche, para cambiar mi sitio del de copiloto al de  piloto, me encontré con esta flor en una barda. 

Salió perfecta, en un solo disparo.


(Así es la vida a veces.)

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