viernes, 27 de marzo de 2020

Hoy


Hoy, cuando voy a prepararme un té en la cocina, Ana me pide que le ayude a doblar las sábanas, para luego plancharlas.

(¡Planchar las sábanas!, me parece una extravagancia enorme, pero a ella la hace feliz.)

Me va dando instrucciones de donde hacer el doblez (justo abajo del jaretoncito). En pleno proceso de doblado, descubro unas iniciales bordadas: L y A. «Luis y Amalia», sus padres, me dice. Sí, las sábanas son de la época de sus padres. De un tergal buenísimo. Suavecito. Le pregunto si su madre las bordó y me dice que no, que las mandó bordar. Que eran más grandes (de cama matrimonial) y doña Amalia las recortó para las camas individuales que usaban ella y su hija. Estas son azules con una cenefa blanca.

Hay otras blancas, con el embozo blanco bordado. Con «bodoques» cerrados (rellenos) y abiertos (hoyos redondos, pues). Parece que esas son de puro algodón. «Las amo tiernamente», me dice Ana. Por eso las conservo.

El último juego de sábanas que la veo planchar es blanco también, pero con los bordados en gris. (Estas no las había visto. En mi cama se turnan las blancas y las azules.) Como que no quiere la cosa, Ana me dice que eran de su ajuar, del que le preparó su madre desde que era niña. Del que nunca usó, pienso yo. Las plancha con una devoción que me eriza los pelos. Y siento compasión, pero no se lo puedo decir. No tenemos abierto ese canal de comunicación.


Hoy aprendí de sábanas. Y de bordados. Y de sueños rotos.
En plena cuarentena.

2 comentarios:

  1. Me hiciste recordar a mi abuela que tenía todos sus juegos de sábanas bordados con su "L y G" Lourdes y Guillermo, de hecho mi mamá todavía conserva 2 juegos. Igual en casa de la abuela, las planchaban. Besos y abrazos

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    1. Costumbres entretejidas entre las orillas de un océano... Besos y abrazos de vuelta. ¿Cuándo hablamos?

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