jueves, 15 de octubre de 2020

Choque lingüístico 2

para Àngels, porque le encanta esto de las palabras y las expresiones y las cuestiones culturales 

En enero de este año, antes de que el coronavirus permeara el mundo, hice una entrada sobre este tema y ahí prometí seguir con más términos que me habían llamado la atención. Ya pasaron casi 10 meses de aquello y apenas me pongo a cumplir con la promesa. Porque la vida ha seguido con todo y el virus y porque llegó el otoño y con él los puestos de castañas. 

Y qué tendrán que ver las castañeras con el choque lingüístico podría alguien preguntarse. Que así son las asociaciones mentales, podría responder yo. 

Resulta que en España tienen un término muy particular para señalar, coloquialmente claro, una situación u obligación molesta, desagradable o embarazosa (RAE dixit ): marrón (en la 3a acepción de la palabra), que viene del francés marron, 'castaña comestible', 'de color castaño'.  Así que dicen cosas como «Le ha caído un buen marrón» o usan expresiones como «No voy a comerme (o tragarme) yo solo el marrón», para referirse a cargar con la culpa de algo, o «El nuevo Gobierno tendrá que comerse (o tragarse) el marrón», para el hecho de hacer frente a una situación difícil o embarazosa. El mismo vocablo se refiere también, por supuesto, al color semejante al de la cáscara de la castaña o el pelaje de la ardilla  (RAE dixit), o sea, al que en México le decimos café.

Bueno toda esto para contar que en Madrid, cuando empecé a escuchar que si el marrón por aquí y el marrón por allá, asumí que venía de una castaña, porque me recordaba a las castañas cristalizadas que tanto le gustaban a mi abuela María Luisa (sus queridos marrons glacés), aunque no entendía la relación entre el fruto y el problema. Entonces le pregunté a un par de amigas, de generaciones muy diferentes, lo que significaba y me respondieron con una pregunta/eufemismo: «¿pues qué es marrón?», sin decir abiertamente que la caca, el excremento, sí. Cuando lo dije yo, asintieron como si hubiera dado, por fin, con algo tan claro como el agua. Y cuando les conté lo que me imaginaba yo cada vez que decían esa frase, ambas se partieron  de risa (porque aquí la gente se parte, no se muere, como en México, cuando se ríe fuertemente). Yo me sentí avergonzada por no haber descubierto sola el significado secreto y bastante tonta por pensar en las castañas. Cuando oía lo del tragarse el marrón me parecía súper asqueroso y me imaginaba el emoticón de la mierda sonriente para suavizar la imagen. 

Al final, resultó que la explicación de mis amigas madrileñas era una suerte de etimología popular  y que yo acabé teniendo razón (gracias a mi abuela) sobre el origen del famoso marrón. Aunque también es cierto que la RAE no explica el origen del uso coloquial de la palabra marrón y, quizá, haya alguna asociación con el color de la mierda. Google ofrece también otras explicaciones, bastante disímbolas entre ellas, que pueden verse aquí y acá. Y acullá hay otra que relaciona el origen de la frase "comerse un marrón" directamente con los marrons glacés.

En México en lugar de marrones, nos cae el chahuistle que, en realidad es un hongo que ataca a ciertas gramíneas y cuyo nombre viene seguramente del náhuatl. Si de repente nos ocurre algo desagradable, se compara con el momento en que una plaga ataca una planta. Y otra manera aún más coloquial (y de discutible vulgaridad) para describir tal circunstancia podría ser designarla como una chinga. Y para chingas peores se podría decir una pinche chinga, pero entrar en el universo de chingar y sus derivados sobrepasa con mucho el alcance de esta entrada.


1 comentario:

  1. Entre castañas, marrón glace (que por cierto tambn amaba mi abuela diabetica a quien, después de su muerte, le encontraron cajas escondidas en su closet!!) mierda y pinche chinga, te mando un abrazo muuy fuerte 😘

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