miércoles, 25 de noviembre de 2020

Zanata a la vista

Muchos zanates han pasado por este blog, desde sus comienzos. En fotos, en poemas, en meditaciones. Más machos que hembras, la verdad. Luego me fui a España y no había zanates. Solo su ausencia . La estela de su vuelo. Sus contrapartes europeas, las urracas, que se les parecen mucho menos de lo que me esperaba.

En mi primera salida desde que llegué a Cuernavaca, fui al banco (fracaso total, como suele ser con los bancos), pero llevaba mi cámara, claro. Sacar fotos me va ayudando a aterrizar, a reconocer, a recordar, a reinventar. 

Entre el estacionamiento y el banco, me encontré esta hermosísima zanata que gentilmente se esperó mientras le sacaba una foto:


Y recordé cómo mi abuela Rosa solía decir que los machos, de color negro azulado, eran más bonitos que las hembras pardas. Supongo que se podría calificar la aseveración de sexista. En realidad, qué alivio ser como la zanata parda que no tiene que preocuparse de seducir a ningún macho brillante
.

Las zanatas y sus compañeros son símbolos de mi hogar. Me llevan a la casa de mi abuela Rosa en la Cuernavaca de mi infancia y me acompañan en la Cuernavaca de hoy. Con sus graznidos y su vuelo. Con su presencia constante. Hoy me hacen recordar también a las urracas blanquinegras que me saludaban en "mi" ventana madrileña.

Para cerrar, visito la RAE y descubro que, además del sustantivo "zanate" (que se usa en Costa Rica, Guatemala, Honduras, México y Nicaragua y cuyo femenino es mi aportación), existe el verbo "zanatear" que en Honduras y México significa cuidar las milpas recién sembradas, o ya crecidas, para que el zanate no se coma los granos de maíz y, solo en Honduras y referido a un hombre, quiere decir ir a la conquista de una mujer. Y me encuentro también con el sustantivo "zanatera" que es como los hondureños se refieren a una bandada de zanates. 

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