La quintaesencia del Budadharma [las enseñanzas de Buda] es traer felicidad y sus causas a todos los seres sensibles y eliminar el sufrimiento y sus causas de todos. Puesto que todos los seres humanos anhelan el bienestar, un estado libre de frustración y dolor, yo creo que cada tradición espiritual en el mundo enseña esta misma meta. Todos los propósitos espirituales son, por lo tanto, idénticos en su meta, pera dadas las diversas inclinaciones mentales y propensiones de cada ser viviente, los medios para propiciar bienestar varían y difieren. En el camino espiritual del budismo, un practicante también se esfuerza por liberarse del sufrimiento y alcanzar paz y felicidad.
Hay diferentes tipos de felicidad: relativa y última. La felicidad relativa podría parecer felicidad, pero ese no es el caso. La felicidad relativa se vuelve sufrimiento cuando las cosas inevitablemente cambian o se pierden. Puesto que la naturaleza de la felicidad transitoria es sufrimiento, los seres atraviesan una frustración tremenda y experimentan mucha insatisfacción —lo cual trae sufrimiento y dolor más intensos— mientras se esfuerzan por alcanzar su meta.
Hay mucha turbulencia en el mundo —guerras, conflictos y catástrofes naturales—. Todos queremos estar libres de semejantes experiencias y pensamos que la paz, el bienestar y la felicidad dependen de circunstancias y condiciones que necesitan crearse o adquirirse fuera de nuestra condición presente. Continuamente hacemos lo que podemos para satisfacer nuestro deseo de tener felicidad en el mundo. Puesto que todas las cosas se transforman en el sufrimiento de la pérdida, no podemos realmente experimentar un gozo genuino. Ya que todas las cosas compuestas están sujetas a la destrucción y el deterioro, cualquier bienestar creado y experimentado de nuevo se sostiene precariamente. El Buda enseñó que la paz y la felicidad duraderas y genuinas solo pueden encontrarse dirigiendo nuestra atención hacia adentro.
La verdadera naturaleza de los seres vivientes, que es felicidad y contento, es inherente a todos los seres sin excepción y desde un tiempo sin comienzo. No será posible ser verdaderamente felices y estar satisfechos hasta que hayamos alcanzado la realización de nuestra naturaleza verdadera. Cuando hayamos alcanzado la realización de nuestra verdadera naturaleza, experimentaremos la riqueza y plenitud de nuestro ser. Por ejemplo, si uno adquiriera la mina de joyas de alguien más tras haberle despojado de su tierra y su propiedad, uno no estaría satisfecho porque tendría miedo de perder la fortuna e incluso la propia vida. Por otro lado, si uno poseyera legalmente una mina de tesoros, uno tendría la libertad de usarla como quisiera tras haberla desenterrado. De igual modo, la paz o gentileza que son nuestra propia naturaleza se vuelven muy significativas cuando se descubren y cultivan. Pero, tal como es, todo lo compuesto, creado o adquirido está sujeto al sufrimiento del cambio y la pérdida.
Para experimentar paz y alegría duraderas, el Señor Buda enseñó que necesitamos dirigir nuestra atención hacia adentro y pacificar y domar nuestro estado presente de agitación mental. Si no domamos y entrenamos nuestra mente, no habrá paz mundial. La paz verdadera es la cualidad fundamental de la mente y puede experimentarse a través de las prácticas de meditación de los medios hábiles. La práctica de meditación nos permite experimentar nuestra mente, que por naturaleza es abierta, gentil y serena.
Original en inglés (y foto de Rinpoché), aquí.
Traducción al español e imagen, mías.

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