sábado, 14 de septiembre de 2024

Invitado: Dzogchen Ponlop Rinpoché


Escribí este poema mientras contemplaba la mente del pasado, presente y futuro:


Una nota para mis pensamientos

El pasado, ¿no es simplemente un pensamiento fugaz?
El futuro, ¿no es solo una proyección de la mente?
¿No están todos simplemente sucediendo ahora?
Lo que hay, es solo este momento:

¡Tan fresco y tan solo otro ahora fugaz!
El mundo que ves,
Y los sonidos que escuchas,
Pensamientos que surgen al azar,
¿No están todos simplemente sucediendo en el ahora?

¿Por qué no simplemente sueltas los pensamientos del pasado y futuro?
¿Por qué no puedes simplemente relajarte en este hermoso mundo ahora?
¿Por qué sacrificas tu presente por tus meras imaginaciones?
¡Hey! ¡Hey! Despierta, tú, perezoso lama dzogchen! 


Original en inglés, aquí.
Traducción al español, mía.

viernes, 13 de septiembre de 2024

sueño 33.


Sueño contigo una vez más. Dejamos de ser amigas hace unos 12 años, pero en sueños seguimos siéndolo. Vamos a comer chiles en nogada (sospecho que no son un platillo que en vigilia te guste, pero quién sabe). Hay algo de caos, tus nietos, mucha gente organizándose para subirnos en los coches, en tu coche. Ruido, pues. Inteferencia. Pero reconecto con ese cariño que nos tuvimos. Y aún soñando pienso en que voy a escribir sobre el encuentro, en que no está sucediendo en realidad, en que me gustaría que sucediera. Es el mes de tu cumpleaños. Bruno, con quien me recomendaste, está atento para que nuestras citas con él no coincidan. Las próximas, en octubre, estarán separadas por un distancia prudencial de media hora. Algo has de haberle contado porque yo nunca nos mencioné. En una semana y un día cumplirás 78 años y nunca celebraremos nuestros cumpleaños juntas otra vez. Pero queda mi piedra que sigue floreciendo y sorprendiéndome, como ayer al volver del consultorio. Y cuando paseo de mañana, las golondrinas vuelan, muchas, casi a ras de mi cabeza, mientras otras se posan en los cables a recibir el sol de la mañana, entre gotas de lluvia.


martes, 10 de septiembre de 2024

S e p t i e m b r e

Así en mayúscula el noveno mes del año porque incluye muchas cosas: la llegada del otoño, la llegada y partida de la feria de Tlatenango (sonorizadas por los pitidos de los agentes de tránsito), la mayor cantidad de lluvia, un aire de pronto helado y un sol inclemente, las fiestas patrias (a las cuales no soy muy adepta), las elotadas, el pericón y el día de San Miguel.

Poco más se le puede pedir a septiembre.

Si pasas por Chimal, te ofrece también amaneceres con Popo y luna y nubes arreboaldas, quiebraplatos de diferentes colores que parecen estar encendidos desde dentro, flores silvestres blancas con venas moradas u ocres con abejas, burros y caballos junto a una milpa jiloteada, zarcillos de chayotera, nueces nueces y más nueces.

Acá una colección aleatoria de imágenes septembrinas cuernavacenses y chimaleñas (y un juego posible: encontrar su referente, si lo hay, en los párrafos anteriores):

















15 imágenes de septiembre
para bienvenir el otoño.
Que nos sea próspero a todes,
amigos y enemigos.

domingo, 8 de septiembre de 2024

Amistad 26 o

mi comadre y yo 2

—Gracias por hacerme crecer.
—Gracias a ti.

Con este diálogo, más menos, nos despedimos mi comadre y yo hace una semana, después de nuestra más reciente visita a Chimal. Ella lo inició. Yo le respondí. Luego nos besamos unas 3 veces.

Hace 11 años y casi medio, aquí, escribí un primer texto sobre la relación entre mi comadre María Eugenia y yo. Entonces hablé de cómo nos conocimos, de cómo fuimos entablando una amistad más profunda, de mucho de lo que está incluido en ella, y de lo que significa ser "comadres" según la RAE y más allá de la RAE. Es un recuento que se centra en lo más luminoso que compartimos. 

Pero las relaciones (las más cercanas por lo menos) tienen también un lado oscuro que, lejos de empañarlas, las hace más auténticas, más de carne y hueso, digamos. Y por ahí hemos navegado mi comadre y yo también, con menos conciencia que más o, quizá, con más miedo de ver lo que cuesta más trabajo ver y aceptar y querer: lo que duele, pues.

A ambas, creo, se nos había venido llenando el buche de piedritas, como suele suceder en las relaciones íntimas, y como suele suceder, optamos por hacer caso omiso de las piedritas, privilegiando lo bonito, lo agradable, lo no conflictivo. Pero las piedritas son las piedritas y si no se sacan y se comparten y se limpian, acaban por hacer más daño. Se conviertan en piedrotas.

Lo que nos dijimos, lo que lloramos (para mí, fácil, para María Eugenia, menos), lo que acordamos, con el apoyo de Santiago y de Yare, se queda en Chimal, entre las paredes o en los rincones de la casa de Tlaníhuitl. O se desvanecerá con una corriente de aire o un aguacero. 

Pero quedan el cariño renovado y fortalecido. La valentía de atrevernos a tolerar el trago amargo sin salir corriendo. La fortuna de la amistad reencontrada. Y el alivio de la reconciliación, de la vuelta a la luminosidad.

Y yo resignifico una vez más el agridulce vocablo "familia", que en mi historia suele irse por el lado oscuro. Pero al lado de María Eugenia, junto a Santiago y a Yare, adquiere un sentido fresco: de amor, sí, pero también de elección, de respeto, de tolerancia, de aceptación y de disposición a transitar por lo que duele y por lo que nos gusta menos, de nosotros mismos y de los demás, para volver a encontrar la conexión. Un espacio donde el corazón se rompe y, así, se hace más grande.

No se me ocurre mejor manera de cerrar esta entrada que con esta imagen de un maravilloso zarcillo de la planta del chayote que ya empieza a crecer y expandirse en el jardín de mi comadre:


















Con estos zarcillos, la chayotera se va conectando con las plantas a su alrededor: fragilidad y fuerza en el mismo resorte vegetal, como los lazos que nos unen con quienes encontramos el espacio para expresar un amor, si no incondicional, casi incondicional: un amor que aspira a serlo.

Gracias, comadre, por permitir ese espacio.

jueves, 5 de septiembre de 2024

Invitada: Jetsunma Tenzin Palmo


La naturaleza de la mente es espaciosidad vacía total: está llena, pero está llena de cosas como sabiduría, compasión y pureza, y una conciencia no dual clara. No dual significa que no hay distinción entre sujeto y objeto. Esta cualidad de la mente no es accesible al pensamiento o  concepto. Todas las tradiciones religiosas coinciden en ello. Está más allá de las palabras, más allá del pensamiento; es cuando el principio del pensamiento se cae. Pero también es directamente conocible: podemos alcanzar la realización de esta cualidad. La meta del camino espiritual es acceder a esta cualidad, a este nivel más alto de conciencia que todos poseemos y que es la base misma de nuestro ser. Esa es nuestra cordura básica. 


a cielo abierto: paseando en Chimal

Original en inglés, aquí. Traducción al español e imagen, mías.


martes, 3 de septiembre de 2024

n o m b r e (s)

Del lat. nomen, -ĭnis.

1. m. Palabra que designa o identifica seres animados o inanimadosp. ej., hombrecasavirtud, Caracas.

Sin.:
  • denominacióndesignación.
  • sobrenombremote1apodoaliasapelativoseudónimoapellido.

Me quedo con la primera acepción  que de esta palabra ofrece el DLE, por su claridad y por venir a cuento con lo que quiero decir. El diccionario propone otras 6 acepciones y, además, define 28 otros tipos de nombres, amén de 11 frases donde se usa la palabra. ¿Qué haríamos sin los nombres? Por un lado, confundirnos en nuestras comunicaciones o volvernos incapaces de comunicarnos en cierto nivel, y por otro, liberarnos de los conceptos, proyecciones, prejuicios que un nombre puede contener. 

En mi reciente visita a Chimal, me encontré con dos plantas silvestres, propias de la zona, y a las cuales la población y el tiempo ha otorgado unos nombres sorprendentes, muy sorprendentes.

Primero estas redondeces color amarillo limón: 


Discretas, se cuelan entre las hojas de plantas más vistosas, asomando su cabecita como que no quiere la cosa. No tengo la menor idea de su nombre científico, pero el popular es ni más ni menos "Bolsitas de Judas", sí por su enorme parecido (que yo jamás habría visto) con la bolsa en que Judas Iscariote guardó el dinero que le ofrecieron por traicionar a Jesús besándolo. Y estas brillantes amarilleces no tienen ni idea de lo que unos ojos ajenos volcaron sobre ellas. Mejor así. De ellas no encontré nada en la red.

Y luego esta exuberancia roja, amarilla y blanca:



Parece el fruto de un cultivo cuidadoso, pero nos explicaba mi comadre, que también sale espontáneamente, a partir de un bulbo, en los jardines o en las calles. Yo las conocí por primera vez en casa de mi tía Marisa, en Chimal también, y su nombre me dejó patidifusa: "Rodilla de Cristo", por ese enormísimo parecido (que a mí no se me habría ocurrido jamás) con la rodilla lastimada de Jesús cuando cayó durante el calvario. Un poco morbosa la asociación, la verdad. De ella encontré un buen artículo en la red, aquí. En náhuatl es una oceloxóchitl, o sea, flor del ocelote y en botánica pertenece al género Tigridia, que significa parecida al tigre (en latín). 

Cómo no pensar en las enseñanzas del Buda donde se explica cómo una cosa (o un fenómeno) nada tiene que ver con el nombre (concepto/etiqueta) con el que lo asociamos.

Conviene recordar esto para no tomarnos tan en serio lo que pensamos del mundo.