jueves, 5 de marzo de 2020

sueño 20.


Anoche volví a soñarlo. Me asombra. Mi inconsciente. Pero confío en que el proceso sigue. Con su lentitud. Y su profundidad.

Estábamos en su casa. Otra vez. La hermana. La mujer. La madre. También. Por supuesto. Como el obstáculo más infranqueable. (Quizás sean todas la misma.)

Esta vez había un hijo. Suyo. 

Y este hijo se esgrimía como la explicación de la ausencia.Y me parecía una explicación creíble. Fundada. La podía entender, pues. (Aunque no sé lo que pueda simbolizar ese hijo. Y probablemente no importe.)

Desperté bien. En duelo por la Ñaña. Pensándola. Soltando.

Un paso más. Soltando. Los duelos viejos.
Seguro.

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