martes, 26 de diciembre de 2023

San Esteban

O Xmas is fucking over.

¡Por fin!
Y qué navidad la de este año. Me revolcó como una ola. Como tsunami más bien. Tipo el grinch asesino se posesiona de ti. Bueno, de mí.
Y mi doctor me pregunta por qué no me gustan estas fechas, en las cuales, además, me enfermé.
Buena pregunta.
Pues porque no.
Porque me traen malos recuerdos. De cosas sucedidas y de aquellas que nunca sucedieron.
Porque me siento expuesta y vulnerable y sensible. Ni cuenta me doy y entonces me pongo enojada, a la defensiva, nefasta.
Y, todo esto combinado con condiciones externas, a saber mi hijo y sus propios rollos, redundó en una explosión-implosión de la que me (nos) costó un buen rato salir.
Y todo esto me recordó otra navidad, la de hace 10 años cuando acuñamos el dicho: "No hay navidad tan horrible, que no pueda subsanarse..."
Y en esas andamos, en la reparación, ya desde ayer con una cena improvisada a ritmo de la primera película de Pollitos en fuga (¡peli de hace 23 años!) Hoy veremos la segunda entrega, casí recíén salida del horno y, quizás mañana o pasado, otra peli en en el cine VIP de galerías para coronar el resarcimiento con una cena como se debe.

Y en medio de la ola, o ya encontrando la salida, tanto Santiago como yo pudimos maravillarnos antes el atardecer del día de navidad, donde la luz y la oscuridad nos recordaban cómo es la vida en cada uno de sus momentos, con el cielo azul de fondo siempre, aunque no podamos verlo:

























p. d. Lo de San Esteban, por la fecha, que para nosotros no quiere decir nada y para mí casi quiso hacerlo hace unos años, como cuento acá.

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