miércoles, 31 de julio de 2024
Invitada: Jetsunma Tenzin Palmo
jueves, 25 de julio de 2024
c h a r c o 2
Unos días después de la entrada anterior, donde hablaba a mis anchas de charcos y charcas, venía entrando al condominio con Santiago, de regreso de Tepoz creo, cuando me encontré con esto:
Primero pensé que qué lástima que no había incluido esta imagen en mi entrada sobre charcos y luego pensé que podía hacer otra entrada sobre charcos. No todas las tardes una se encuentra el sol, en toda su redondez, como una luna, sostenido por las nubes sobre la superficie del agua (un sol de agua) entre los adoquines junto a uno de los faroles que de noche alumbran el lugar donde vivo.
Me place reportar que la operación "termine con los charcos" en su segunda etapa no ha comenzado, a pesar de las amenzas. Así que, por suerte, tendremos charcos y reflejos y mundos invertidos un rato más.
martes, 16 de julio de 2024
c h a r c o
Voz onomat.
1. m. Agua, u otro líquido, detenida en un hoyo o cavidad de la tierra o del piso.
Sin.: |
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2. m. Col. Remanso de un río.
cruzar, o pasar, el charco
1. locs. verbs. coloqs. Cruzar el mar, por lo general el Atlántico.
viernes, 12 de julio de 2024
Khenchen Thrangu Rinpoché
domingo, 7 de julio de 2024
m i l a g r o 2
Volvimos de casa de mi comadre y el chipotito alargado se
había seguido estirando: un proceso muy sorprendente que yo nunca había atestiguado. Parecía una espada lanzándose a por el mundo. Y al cabo de
un par de días más, ya se notaban los pétalos. Parecía que serían rojos.
Entonces llegó el final del miércoles y me asomé al balcón
para ver cómo venía la noche, cómo venía la lluvia, cómo venía el viento. Descubrí que la flor de la biznaga estaba empezando a abrir y empecé a enloquecer sacándole fotos. (Sí, tratando de poseerla, de evitar que
se perdiera, de hacerla duradera. Ahora lo veo.) También tomé la precaución de
bajarla al piso del balcón. Primero pensé que si había brotado allí en el
pretil, estaría segura. Pero luego arreciaron la lluvia y el viento y no quería
que la destruyeran antes de tiempo.
Al día siguiente, el jueves por la mañana, amaneció así, en el piso del balcón, esta bellezísima, en su momento de mayor apertura.
La volvía a subir al pretil, pero la coloqué más al centro para poderla admirar desde adentro de mi casa con mayor facilidad. Y el enloquecimiento fotográfico se disparó a mil. (El apego dirían por ahí, el ansia por prolonngar el instante, la vida.) Se la presumí a Juana y se la presumí a Santiago y seguí sacándole fotos. De más cerca, de más lejos. De su corazón y de su sillueta completa. Con luz solar directa y a contra luz. No tenía ni idea cuánto duraría. (Hay flores de cactus que duran un solo día o una sola noche.)
miércoles, 3 de julio de 2024
4 recuerdos de silencio (bis)
1.
Recuerdo cuando de niña escuché que mis papás estaban teniendo relaciones sexuales. Me quedé completamente callada y quieta en mi cuarto, entre aterrorizada y fascinada. No era una situación amorosa, sino más bien violenta y peligrosa. "Me matas. Me duele. Detente." Entre gemidos indescifrables. Y yo, paralizada, sin poder moverme. La primera vez que le conté a alguien este recuerdo fue a Deepak L., mi novio hindú. No me acuerdo si fue antes o después de haber hecho el amor por primera vez.
2.
De adolescente me dejaba resbalar entre la parte baja y la parte honda de la alberca de la casa de Cuernavaca, o me impulsaba hacia atrás, boca abajo, con los pies primero, casi a ras del piso de la alberca, por debajo del agua, preguntándome si era lesbiana o no.
3.
La primera vez que hice el amor, con Deepak L., aquel novio hindú, quedó encerrada en un hueco de silencio, como si la tierra se la hubiera tragado porque olvidé por completo el momento de la penetración. Tengo vagos recuerdos de los momentos anteriores, quizá una cena fuera, celebrando su cumpleaños y yo con mi vestido Pixie de algodón gris estampado con flores blancas. Tengo vagos recuerdos de los momentos posteriores, cuando desperté y descubrí que la sábana estaba manchada de sangre y Deepak dormía.
4.
Me vienen destellos de mi padre convenciéndome de salir del clóset donde me había escondido. De mi padre desabrochándome la piyama. Yo quieta y paralizada dentro de una burbuja de silencio y las enormes manos de la madre de Rembrandt, en la copia del cuadro que hizo Angelina, ocupando todo el espacio, como protegiéndome sin protegerme, como cómplice silenciosa de lo que no debería de suceder nunca.
Acá la primera vez que escribí sobre este tema.