miércoles, 31 de julio de 2024

Invitada: Jetsunma Tenzin Palmo


¡Nadie pregunta nunca cómo deshacernos del apego! La gente quiere librarse del enojo porque el enojo es una emoción desagradable y no les gusta: les hace sentirse mal. Saben que no es bueno y, entonces, quieren saber cómo pueden erradicarlo de sus vidas. Y eso está bien, pero no es el enojo lo que nos mantiene aferrados a la rueda:* es el apego, la avaricia y el deseo. Pero nadie quiere deshacerse de estos. Siempre y cuando nuestra avaricia se satisfaga en algún punto, nos gusta. Decimos: "Ah, si ya no puedo amar nada, si no estuviera apegado a nada, sería tan tedioso. La vida sería tan aburrida; sería tan fría". Honestamente, ¿no es así como pensamos? ¿Desapegado? ¡Guácala! Pero el desapego no significa que uno sea frío o que la vida se vuelva muy aburrida y que ya no tengamos más placer. No significa eso. Lo que significa es que este aspecto de aferramiento a la vida que todos tenemos en cierta medida. y que consideramos como algo útil y como nuestro derecho natural, es de donde brotan todo nuestro miedo y nuestro sufrimiento. Es muy profundo, pero se ve muy bonito en la superficie; parece como si nos diera felicidad y placer en el mundo. No entendemos cuán increíblemente insidioso es. 

*la rueda de la vida o existencia cíclica marcada por el sufrimiento [N. de la T.]
















Original en inglés, aquí. Traducción al español e imagen, mías.

jueves, 25 de julio de 2024

c h a r c o 2

Unos días después de la entrada anterior, donde hablaba a mis anchas de charcos y charcas, venía entrando al condominio con Santiago, de regreso de Tepoz creo, cuando me encontré con esto:



Primero pensé que qué lástima que no había incluido esta imagen en mi entrada sobre charcos y luego pensé que podía hacer otra entrada sobre charcos. No todas las tardes una se encuentra el sol, en toda su redondez, como una luna, sostenido por las nubes sobre la superficie del agua (un sol de agua) entre los adoquines junto a uno de los faroles que de noche alumbran el lugar donde vivo.

Me place reportar que la operación "termine con los charcos" en su segunda etapa no ha comenzado, a pesar de las amenzas. Así que, por suerte, tendremos charcos y reflejos y mundos invertidos un rato más.


martes, 16 de julio de 2024

c h a r c o

Este vocablo ha aparecido en mi blog 15 veces, aunque solo una en un título (aquí) para describir un autorretrato. Hasta hoy no había buscado la definición en el diccionario y, la verdad, no es una de las más inspiradas de la RAE:

charco
 

Voz onomat.

1. m. Aguau otro líquidodetenida en un hoyo o cavidad de la tierra o del piso.

Sin.:
  • charcaaguachar1lagunar1.

2. m. Col. Remanso de un río.

cruzar, o pasar, el charco

1. locs. verbs. coloqs. Cruzar el marpor lo general el Atlántico.


Lo primero que me pregunto es cómo es que "charco" es una voz onomatopéyica. Cuando piso uno o salto en uno, yo no escucho nada parecido a "charco", pero puede ser que otres, sí. Me encanta el uso que le dan en Colombia, porque la palabra "remanso" es hermosa. Yo la mayoría de las veces he usado "charco" en la locución adverbial coloquial, o sea, para describir cuando cruzo el Atlántico, que para mí ha sido, casi siempre, equivalente de aterrizar en España.

Lo que la RAE no sabe es que un "charco" (o una "charca", que en femenino parece ser solo más grande) es mucho más que "agua u otro líquido detenido en un hoyo en la tierra". En un charco cabe el cielo entero, con nubes, con hojas de árboles, incluso con la luna toda o su mitad, como en estos donde a ella se aproximan unas burbujas de agua:


O donde las nubes conviven con una rama de jacaranda:


En un charco, descansa Antuanito cuando no nos está llevando a algún lugar:


Y en un charco se ve el mundo al revés y fragmentado, quizás más cercano a como es en realidad:



Lo que la RAE tampoco sabe es que los charcos son enemigos de la gente de bien que vive en condominios civilizados donde hay que combatirlos, igual que se combaten las plantas que salen por las grietas de las bardas (como cuento aquí). Así que en el condominio donde vivo, aunque yo no sea gente de bien, han empezado con una operación, en tres etapas, para cambiar los adoquines y ganarle la partida al agua de lluvia y su magia. Ya concluyeron la primera etapa y yo estoy tratando de salvar algunos charcos antes de que terminen la segunda y la tercera.

Así el progreso determinado por el capital, la utilidad, la productividad y demás -dades sin imaginación.
Qué se le va a hacer.
(Buscarse otro lugar para vivir. Supongo.)

viernes, 12 de julio de 2024

Khenchen Thrangu Rinpoché


Cuando se trata de generar la actitud del bodhisattva*, la buena voluntad es más útil que la mala voluntad. Así que como practicantes, se nos aconseja cultivar la actitud de buena voluntad tanto como sea posible and reducir nuestra mala voluntad. ¿Por qué? Porque cuando nos acostumbramos a una actitud, tarde o temprno se manifesta; tarde o temprano, se expresa, no solo en palabras, sino en acciones también.

Si expresamos buena voluntad, inmediatamente ayuda a otros, e indirectamente, tarde o temprano, eso nos ayuda a nosotros. Por otro lado, la mala voluntad inmediatamente lastima a otros e indirectamente nos lastima a nosotros también. ¿De dónde provienen la mala voluntad y la buena voluntad? La mala voluntad procede de considerar que nosotros mismos somos los más importantes y la buena voluntad procede de considerar a los otros como los más importantes.


*bodhisattva: se refiere al practicante budista que se compromente a alcanzar la budeidad (o iluminación última) en beneficio de todos los seres sensibles, no del suyo propio
(N. de la T.)






Original en inglés, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.

domingo, 7 de julio de 2024

m i l a g r o 2


Y sí, esta palabra me sigue dando un poco de repelús, como cuando la usé por primera vez para darle título a una entrada acá. Pero no se me ocurre otra para hablar de la biznaguita que vive en mi balcón y que, después de unos 20 años, más o menos, hace un par de días echó su primera flor.






Todo empezó con un chipotito peludo que le descubrí hará unas dos semanas. Aquí se ve en primer plano. A la izquierda se aprecia también un hijo que hace algunos años le salió al cactus en cuestion (que según gugle es más bien un Equinopsis).



Después de un par de semanas, más o menos, el chipotito se alargó y se despeinó por la lluvia y el viento. Había pasado el retiro de la sangha y estábamos a punto de irnos Santiago y yo a Chimal. Mi miedo de que pudiera malograrse la flor parecía infundado. Ya se perfilaba con mayor claridad. Ahora mi temor era que nos la perdiéramos al estar fuera de Cuernavaca. (Chale con los miedos y temores.)



Volvimos de casa de mi comadre y el chipotito alargado se había seguido estirando: un proceso muy sorprendente que yo nunca había atestiguado. Parecía una espada lanzándose a por el mundo. Y al cabo de un par de días más, ya se notaban los pétalos. Parecía que serían rojos.




Entonces llegó el final del miércoles y me asomé al balcón para ver cómo venía la noche, cómo venía la lluvia, cómo venía el viento. Descubrí que la flor de la biznaga estaba empezando a abrir y empecé a enloquecer sacándole fotos. (Sí, tratando de poseerla, de evitar que se perdiera, de hacerla duradera. Ahora lo veo.) También tomé la precaución de bajarla al piso del balcón. Primero pensé que si había brotado allí en el pretil, estaría segura. Pero luego arreciaron la lluvia y el viento y no quería que la destruyeran antes de tiempo.


Al día siguiente, el jueves por la mañana, amaneció así, en el piso del balcón, esta bellezísima, en su momento de mayor apertura.


La volvía a subir al pretil, pero la coloqué más al centro para poderla admirar desde adentro de mi casa con mayor facilidad. Y el enloquecimiento fotográfico se disparó a mil. (El apego dirían por ahí, el ansia por prolonngar el instante, la vida.) Se la presumí a Juana y se la presumí a Santiago y seguí sacándole fotos. De más cerca, de más lejos. De su corazón y de su sillueta completa. Con luz solar directa y a contra luz. No tenía ni idea cuánto duraría. (Hay flores de cactus que duran un solo día o una sola noche.)

Aquí una miniselección:









con admirador













Se pasó el jueves yel viernes aún seguía abierta. Ya con menos energía. La vida se le empezaba a evaporar. Como a todos. Pero qué fuerte es verlo en una flor, que empezaba poco a poco a cerrarse (desde el mismo momento de su apertura en realidad).

Aún cerrándose era bella:









El sábado, la flor trompeta amaneció ya doblada. La vida se le iba y se empezaba a marchitar. La fotografié para tener la documentación toda. Y el corazón se me encogía. Un poco. 


Y hoy domingo, un poco más aún.




Todavía se me encoge el corazón frente a la impermanencia, el paso del tiempo, la llegada de la muerte, que viene ya incluida en el nacimiento y sin la cual no habría nuevos nacimientos.
Lo sé, pero 
aún me cuesta,
aún me duele,
aún me entristece.

miércoles, 3 de julio de 2024

4 recuerdos de silencio (bis)


1.

Recuerdo cuando de niña escuché que mis papás estaban teniendo relaciones sexuales. Me quedé completamente callada y quieta en mi cuarto, entre aterrorizada y fascinada. No era una situación amorosa, sino más bien violenta y peligrosa. "Me matas. Me duele. Detente." Entre gemidos indescifrables. Y yo, paralizada, sin poder moverme. La primera vez que le conté a alguien este recuerdo fue a Deepak L., mi novio hindú. No me acuerdo si fue antes o después de haber hecho el amor por primera vez.

2.

De adolescente me dejaba resbalar entre la parte baja y la parte honda de la alberca de la casa de Cuernavaca, o me impulsaba hacia atrás, boca abajo, con los pies primero, casi a ras del piso de la alberca, por debajo del agua, preguntándome si era lesbiana o no.

3.

La primera vez que hice el amor, con Deepak L., aquel novio hindú, quedó encerrada en un hueco de silencio, como si la tierra se la hubiera tragado porque olvidé por completo el momento de la penetración. Tengo vagos recuerdos de los momentos anteriores, quizá una cena fuera, celebrando su cumpleaños y yo con mi vestido Pixie de algodón gris estampado con flores blancas. Tengo vagos recuerdos de los momentos posteriores, cuando desperté y descubrí que la sábana estaba manchada de sangre y Deepak dormía.

4.

Me vienen destellos de mi padre convenciéndome de salir del clóset donde me había escondido. De mi padre desabrochándome la piyama. Yo quieta y paralizada dentro de una burbuja de silencio y las enormes manos de la madre de Rembrandt, en la copia del cuadro que hizo Angelina, ocupando todo el espacio, como protegiéndome sin protegerme, como cómplice silenciosa de lo que no debería de suceder nunca. 


Acá la primera vez que escribí sobre este tema.