

Del lat. cicātrix, -īcis.
1. f. Señal que queda en los tejidos orgánicos después de curada una herida o llaga.
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2. f. Impresión que queda en el ánimo por algún sentimiento pasado.
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Este blog está recorrido todo por cicatrices. A veces, explícitamente (en modo reflexivo, como aquí, o en modo más anecdótico, como acá). Otras, en silencio.
Yo llegué al mundo con la herida de la desconexión, como todos los seres vivíparos, y de ahí brotó mi (nuestra) primera cicatriz: el ombligo. El mío quedó rodeado, además, de una estrella cuando la piel se fue abriendo durante el embarazo. En algún momento llegué a pensar que el niño nacería por ahí.
Mi segunda cicatriz llegó muy pronto tras la primera. Cuando el pediatra decidió cortar los restos del cordón umbilica (en lugar de dejarlos secar y caer naturalmente) para evitarle la incomodidad (¿asco?) a mi mamá, a mi recién nacido ser se le ocurrió encoger la patita y mi muslo interceptó las enormes tijeras que el médico había elegido para la labor. Me hizo una herida, cuya cicatriz tiene forma de ángel o de búmerang. Me ha acompañado desde mi primer día en el planeta y, en alguna época, me ganó el epíteto de "la prima de la cicatriz", como me presentó mi primo Jean Louis a su prometida. (Creo que fue testigo de la cortadura original, lo cual le dejó una cicatriz a él en el ánimo.)
Tengo cicatrices más pequeñas, como una, casi imperceptible, en el labio de abajo, fruto de una caída (hubo muchas) en una fiesta infantil, cuando fui incapaz de brincar sobre el hueco entre una ventana y el jardín. Otra, de origen seguramente similar, adorna una de mis rodillas.
Durante el parto, la ginecóloga decidió que una episiotomía (1. f. Med. Incisión quirúrgica en la vulva que se practica en ciertos partos para facilitar la salida del feto y evitar desgarros en el perineo) ayudaría el proceso. Además de innecesaria (ya había un desgarre resultado de la manita del bebé que venía pegada a su cabeza), fue enorme ("de caballo", la describió la partera maravillosa gracias a la cual sobreviví el trance). Mi perineo está atravesado por la huella que dejó esa herida.
No solo tengo cicatrices en el cuerpo (y en el ánimo, claro), sino que resulta que una de mis pasiones en la vida, la escritura, es, en su origen, también una cicatriz: una marca que dejamos sobre el papel, cuyo nombre tiene una historia más antigua que ella misma. Empezó cuando los humanos empezamos a cortar, separar o rascar elementos de nuestro entorno (actividades comprendidas en la raíz indoeuropea sker-, que derivó en el scar del inglés, por un lado, y, por otro, en el cicatrix, -icis, del latín). Con el nacimiento de la escritura, se derivó otra raíz del propio indoeuropeo: skrïbh-, cuyo significado era "marcar sobre una corteza, rascar, bosquejar" (Aquí puede verse la etimología completa.)
Podríamos decir, entonces, que nuestro paso por la vida, por el mundo, por el espacio y por el tiempo no es más que ir portando o dejando cicatrices, que dan cuenta de nuestras presencias y de nuestras ausencias.
Como unas figuras transitorias retratadas, casi involuntariamente, al fondo de una fotografía:
santiago y yare a punto de dar la vuelta en primer plano, una flor de higuerilla todo en san vicente chimalhuacán |
Listos para lo que sea que pueda suceder después
Habituarnos un poco cada día a la falta básica de cimiento o sostén de la vida pagará grandes dividendos cuando lleguemos al final. De algún modo, a pesar de su presencia constante en nuestras vidas, aún no estamos acostumbrados al cambio continuo. La incertidumbre que acompaña cada momento de nuestras vidas sigue siendo una presencia poco familiar. A medida que contemplamos estas enseñanzas y prestamos atención al flujo incesante e impredecible de nuestra experiencia, podríamos empezar a sentirnos más relajados con las cosas como son. Si podemos traer esta relajación a nuestro lecho de muerte, estaremos listos para lo que sea que pueda suceder después.
árboles al atardecer |
Original en inglés y fuente, aquí. Traducción al español e imagen, mías.
De terrazo.
1. f. Sitio abierto de una casa desde el cual se puede explayar la vista.
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Para la meditación, lo más importante no es realmente ser alguien que va mejorando; se trata más de estar justo aquí, justo ahora.
Nuestras mentes tienen que estar en el momento presente. Suelta todas esas metas. No trates de alcanzar un estado especial de la mente, estar tranquilo, gozoso y tener claridad... no te preocupes por eso. Estas cosas, especialmente al principio, vienen y van. Son lo que llamamos "experiencias de meditación".
Las experiencias de meditación son como nubes en el espacio, vienen y van. Pero algo que nunca desaparece es lo que llamamos realización. La realización es un proceso de aprendizaje. Se desarrolla lentamente pero nunca cambia.
Así que suelta las expectativas sobre la meditación, pero no te rindas. Soltar no es rendirse.
nubes decembrinas |
Original en inglés y fuente, aquí. Traducción al español e imagen, mías.
En mis andanzas por el feisbuc, me encontré con
una cita sobre las nubes (cuyo original y mi traducción incluyo aquí) de un tal Gavin Pretor-Pinney, conocido periodista
británico, obsesionado con las nubes desde niño:
Beyond the clouds, the sun never
stops shining.
Más allá de las nubes, el sol nunca deja de
brillar.
No sé si lo mío con las nubes podría tacharse también de obsesión, pero el caso es que se aparecen bastante a menudo por el blog. Varias veces lo han hecho con su definición, que se ve que me encanta porque la he repetido (como aquí, acá o acullá), y su papel particular en mi vida (el asombro de niña cuando descubrí que no estaban fijas, su manifestación en mi cuerpo tras una despedida, o su acompañamiento durante el confinamiento madrileño, por ejemplo).
Todas las mañanas que salgo a caminar o las tardes que escribo en la mesa del comedor, me siguen acompañando, tras el amanecer o atardeciendo. Las de este invierno han sido especialmente espectaculares, o eso me ha parecido.
Aquí unos botones de muestra:
Quizás lo que más me atrae de las nubes es su constancia (casi siempre hay nubes en el cielo), su inconstancia (permanecen poco tiempo y van cambiando momento a momento, como todo, pero en ellas la enseñanza queda patentísima), y su capacidad para recordarnos que, no importa lo densas que puedan aparecer, detrás está el cielo azul, la naturaleza primordial, y la luminosidad del sol, aunque a veces se nos olvide.