jueves, 30 de noviembre de 2023

vecino, na 2

Acá, hace poco más de un año, hablaba sobre los vecinos de La Arboleda, el condominio donde vivo. Sobre todo de los no humanos, con quienes me relaciono mejor.

Hoy uno de los vecinos humanos gritó desde su balcón algo sobre alguien que tomaba fotos, mientras yo caminaba y tomaba fotos. Supongo que el grito estaba dirigido a mí. Sentí cómo me recorrían el cuerpo desde arriba (yo iba a ras de piso, él está en el segundo) una olas casi eléctricas, que me hacían temblar levemente y que, finalmente, se me salieron por los pies. Seguí caminando como si nada. Yo no respondo a agresiones y esa es la única manera en que ese vecino se relaciona.

Sí, yo saco muchas fotos cuando salgo a caminar: de nubes, de pájaros, de árboles, de flores, de arañas, de reflejos en el agua, de capullos, de la araucaria, de sombras (mías y de otros) y también de algún balcón de temporada, porque me encantan las imágenes y al capturarlas momentáneamente me vinculo con mi entorno. Y él vive en un mundo donde todos (incluido él mismo, calculo) somos sus enemigos personalísimos. Esta mañana saqué una avecilla que cantaba en lo alto del edificio donde él vive y supongo que la paranoia le hizo pensar que lo estaba atacando.

Desde la época de la pandemia, no ha dejado de usar doble tapabocas, aun cuando vaya solo en su coche o esté solo en su casa. Odió durante mucho tiempo a las gatitas grises atigradas que alimentábamos entre otros vecinos y yo porque decía que le rayaban sus autos (dos Audis relucientes que últimamente se han quedado en uno) y pugnó por que se las llevaran (lo cual al final, muy tristemente, sucedió, después de que casi llegó a los golpes con otros vecinos que cuidaban también a los felinos). Cuando Santiago era más chico y salía a patear su balón de futbol contra una pared de piedra, nos increpó con violencia diciendo que si la pelota rozaba su coche y lo rayaba, nos demandaría y amenzó con poner cámaras de seguirdad para vigilarnos. Por rumores entre vecinos, supe que la mujer se había ido y, a veces (muy contadas) algún joven o jovena visita momentáneamente su casa. Imagino que duerme con la mascarilla y que no se atreve a verse a sí mismo en el espejo sin ella.

Y me da lástima, casi compasión, pero me cuesta trabajo llegar hasta allá. Lo intento, pero él es especialista en desactivarla. 

Hace unos días, noté que en su sala luce un árbol de navidad y me llamó la atención. Quizás espere alguna visita o quizá lo haya puesto para acompañar su soledad. Y me dio lástima, casi compasión, y entonces sí que saqué un par de fotos de su balcón desde el mío, tratando de conectar con su sufrimiento.










Me mataría si se enterara.


martes, 28 de noviembre de 2023

c a p u l l o, l l a



Quizá de capillo, infl. en su t. por la del lat. cucullus 'capucho'.

1. m. Envoltura de forma oval dentro de la cual se encierrahilando su babael gusano de seda para transformarse en crisálida.

2. m. Envoltura semejante al capullo en la que se encierran las larvas de algunos insectos.


Yo, de chica y durante mucho tiempo después, pensé que "capullo" era sinónimo de "crisálida", pero no es así. 

crisálida

Del lat. cient. chrysalida, y este del gr. χρυσαλλίς, -ίδος chrysallís, -ídos, der. de χρυσός chrysós 'oro', por su frecuente color dorado.

1. f. Zool. En los insectos con metamorfosis completaestado quiescente previo al de adulto.


O sea que la crisálida (pupa, ninfa o larva) es el contendio del capullo, que es el contenedor.

En mis caminatas por el condominio, casi siempre matutinas, pero alguna vez de tarde, me he encontrado capullos, como el que abre esta entrada. Primero vi uno, al día siguiente otro otro, y luego varios más. Los primeros tienen encerrado aún al bicho casi adulto (se ven alas cafesosas, incluso asomando la puntita por entre le tejido amarillo limón) y luego tuve la suerte de ver otro con gusano recién resguardado, convirtiéndose en ninfa. No tengo idea cuánto tiempo les lleva madurar y liberarse ni qué forma tienen cuando dejan la envoltura. Tal vez se quedenn encerrados todo el invierno y en primavera salgan como polillas pardas (mariposas nocturnas) o como mariposas de colores. A saber. Eso sí, todos los días cuando camino, paso a saludarlos y a ver cómo va su evolución.

En las enseñanzas budistas, se suele comparar con un capullo la manera en que nos vamos envolviendo con nuestras ideas, conceptos y etiquetas para protegernos del mundo tal como es. Tal envoltura es, en realidad, inexistente, pero la solidificamos con nuestra mente (otra manera de llamar a este capullo es "yo" o "ego": nos lo creemos y lo defendemos a capa y espada aunque no exista). La diferencia con los insectos es que ellos maduran dentro del capullo para salir transformados y nosotros solemos irnos quedando encerrados en él, en esa zona de comodidad y aparente seguridad, que lejos de permitirnos crecer y liberarnos, nos vuelve rancios y nos incapacita para la vida.

Pero siempre hay la posibilidad de empezar a deshacer el capullo, con la práctica de meditación, con la atención plena, enfrentando los miedos, y, así, alcanzar el momento de liberación. Entonces nos conectaremos, sin más, con el mundo y sus habitantes tal y como son, abriendo el corazón.

Días después de mi hallazgo de los capullos translúcidos, me encontré este otro: mucho más opaco y con un diseño geométrico. Y me volví a preguntar quién lo habitará y cómo se verá cuando lo abandone quien lo habita. Ojalá podamos todos abandonar nuestros capullos autoimpuestos y desplegar nuestras alas, aun con miedo, pero con la intención de trascenderlo.




Y para terminar una nota cultural: cuando viví en España aprendí que "capullo" es, sobre todo, un término malsonante coloquial para referirse a alguien a quien consideramos estúpido y molesto (o algo peor). Me pregunto si estará relacionado con la séptima acepción que el diccionario da al término, indicando que es una manera malsonante para referirse al prepucio.
Nunca se sabe con la Academia...

domingo, 26 de noviembre de 2023

Invitada: Jetsunma Tenzin Palmo


La vida moderna va por el carril de alta velocidad. Lo triste es que, realidad, no es más eficiente por ello. Todo el mundo va corriendo, corriendo, corriendo. Es como esos roedores en una rueda. Solo estás interminablamente moviéndote con urgencia, con urgencia, con urgencia, hasta que te caes, completamente exahusto o muerto, y no has llegado a ningún sitio. No realmente. Esta es la razón por la cual grandes organizaciones como Google y demás patrocinan retiros de atención plena para sus empleados. No es en aras de la la liberatción de estos pobres empleados: es para evitar que se agoten y reducir sus niveles de estrés mientras siguen estando en la rueda. Deberíamos pensar sobre esto.

Durante el día, solo da un paso atrás, relájate, toma unas cuantas respiraciones profundas y regresa al momento presente. Para cada uno de nosotros, solo nosotros podemos traer más conciencia y claridad a nuestras vidas. Depende de nosotros. Nadie lo puede hacer en nuestro lugar. Esto no toma tiempo. Solo toma atención, conciencia y presencia mental. Cuando hacemos esto, las cosas se hacen de igual modo. Sin embargo, al final de todo, sientes ese sentido de espaciosidad, en lugar de sentirte claustrófóbico y exhausto. Este es el entrenamiento. Tenemos que entrenar la mente.

Como dijo el Buda: “Deja que el hombre sabio domestique su mente. Una mente bien domada trae felicidad”. Así que, ¿por qué no tener una mente feliz?




suspendida en el espacio


Original en inglés, aquí.
Traducción al español e imagen, mías.

viernes, 24 de noviembre de 2023

Día de Olga Amparo, mi tía Olga



De mi tía Olga, he conservado varias cosas a lo largo de mi vida, aunque ya no me quedan tantas. Conservo un suéter tejido por sus manos, en estambre azul con trenzas (unas de sus especialidades), que en realidad era de mi mamá y me llegó vía mi hermano. También tengo otro color beige, de hilaza de algodón, que fue el último que me tejió a mí (nos tejía suéteres para los cumpleaños y navidades y, cuando éramos más chicos, también calcetines). Ya está súper desgastado, pero no me animo a deshacerme de él. (Lo usé mucho y siempre me lo chuleaban.) Mi tía me regaló también, para algún cumpleaños memorable, supongo,  un anillo suyo que era un diamente montado en oro blanco, una suerte de herencia en vida. Me imgino que habrá sido un anillo de compromiso o, quizá, un tesoro familiar. Quién sabe. Creo que nunca me lo puse, pero lo guardaba con cariño, hasta que fue víctima de un robo en  mi casa. Así las cosas.

Pero las matrioshkas que me trajo de algún viaje a la (todavía) URSS han subsistido a mi lado durante muchos muchos años.

Mi tía Olga tenía una hermana, mi tía Consuelo, que estaba casada con mi tío Raúl, dueño de una agencia de viajes famosa en su tiempo, Mexamérica. Mi tía viajaba con ellos, creo que en calidad de guía turística o encargada de algún grupo o acompañando a su hija Olguita que entonces se iniciaba en el negocio del turismo. El caso es que en alguna época mi tía viajó mucho y eran viajes largos, incluso vueltas al mundo, me parece recordar. Durante esos viajes, nos mandaba cartas o postales a mi hermano y a mí, dirigiéndose a nosotros como "mis adorables sobrinos", emulando el título en español de una serie de televisión que solíamos ver juntos en la casa de mi abuela en Cuernavaca.

También nos traía regalos. Unos pequeños, como los prendedores en forma de alas y con los logos de las compañías que solían regalar las aerolíneas en aquella época o algún juego en que se pegaban y despegaban calcomanías de plástico (que representaban pasajeros, maletas, aviones, controladores, pilotos, azafatas) sobre un tablero de cartón plastificado (de Alitalia fue el que tuvimos, recuerdo).

Y también nos traía regalos más grandes. Entre ellos destacan las muñecas rusas, que yo atesoré desde el primer instante y he conservado como muestra de su cariño y de la contención que siempre sentí a su lado. Ellas (y él, según lo que escuché alguna vez en el sentido de que la muñeca más pequeña es en realidad un muñeco varón) se han mudado conmigo desde que salí de casa de mis padres: nunca nos hemos abandonado. En mi casa, cambian de lugar y de modo: A veces están abiertas y dispuestas todas; otras, solo la más grande con las demás adentro. Por el momento, viven en la balda de hasta abajo del librero blanco de mi cuarto (detras de las cajas metálicas de cigarros Faros) y las puedo ver cuando estoy acostada en mi cama. Siempre me reconfortan, como el recuerdo de mi tía, como si nos diéramos la mano, como parecen hacerlo las matrioshkas vistas desde atrás.

Lo que daría por abrazar a mi tía, hoy en su cumpleaños o cualquier otro día, y quedarme entre sus brazos, refugiada, como lo hacía de niña.
Te mando, tía, allá adonde estés mil abrazos y mil besos.
Sé feliz y no sufras.
Te amo.




jueves, 23 de noviembre de 2023

Día de doña T




Doña T siempre estaba muy atenta cuando le contaba cosas. Así supo, supongo, de mi ilusión por visitar Portugal, nacida, también supongo, de mi romance con Saramago. (En realidad, yo había iniciado mi romance con la lengua lusa cuando estudié algunos semestres de portugués —en su versión brasileña— en el entonces CELE de la UNAM, donde trabajaba. Incluso consideré irme a Portugal a estudiar su literatura, pero la vida tenía otros planes.)

En fin, que cuando le conté a doña T mi sueño, me regaló un copa de cristal, como un caballito de tequila con asa, que ella había comprado cuando visitó Portugal con su hijo. La copita está decorado con el famoso Gallo de Barcelos, símbolo del país, cuya legendaria historia se cuenta aquí. El gallo representa el sentido de justicia y eso también me recuerda a doña T, que, además de generosa, era pareja, equitativa con quienes la rodeaban. Para cuando mi sueño se hice realidad y visité Lisboa (me queda pendiente el resto del país), doña T ya había muerto, pero su recuerdo me hizo compañía. Hoy el vasito con el gallose convierte, a veces, en cuna de hojas de violetas: ahí las pongo en agua para que echen raíces y luego trasplantarlas. Así, doña T sigue viva y acompañándome en mi casa.

Recordé también otro objeto que me regaló en alguna navidad o reyes y que siempre va conmigo cuando viajo y cambio de moneda. No es muy frecuente, pero cuando sucede, uso esa cartera azul oscuro, de apariencia retro, para guardar los pesos cuando llego al país extranjero y, de regreso a casa, para guardar las monedas extranjeras restantes, si quedó alguna.



Doña T es, pues, compañía continuada en mi vida hoy.
Recordándola en especial el día que murió, deseo que sea muy feliz
y que haya trascendido el sufrimiento.
Un beso enorme adonde quiera que esté.

miércoles, 22 de noviembre de 2023

Día de Marta Cecilia



Desde ayer, 21, pienso en mi mamá, cuando El Coleccionista compartió la "Oda a Santa Cecilia" de Henry Purcell, como precelebración del día de la patrona de la música, hoy 22 de noviembre. Supongo que a mi mamá la nombraron Cecilia por el día en que nació, otro 22 hace 89 años. Marta no tengo idea de dónde salió. Quizás era una preferencia de mi abuela Adela. Quizás guarde un secreto perdido para siempre.

Le di bastantes vueltas al objeto que me une a mi mamá y no encontré muchos. En realidad, muy pocos. Bueno, por lo menos, los dos patos que son pareja, así que podrían ser casi uno, con los que abrí esta entrada. Si mal no recuerdo, mi mamá me los trajo de regalo de un viaje a Argentina. Casi podría jurar que vinieron de Buenos Aires. Quizás de San Telmo.

No recuerdo la época, pero es posible que aún viviera en su casa. Si es así, fue antes de mis 22 años cuando me fui de allí, así que ya llovió bastante desde entonces. Lo que sí sé es que desde que dejé el hogar materno definitivamente (hubo un primer intento que duró unas semanas), los patos han venido conmigo. Siempre me han acompañado, a diferencia de mi mamá, que no supo cómo hacerlo. Quiero pensar que ella pensó en mí cuando los vio y me los compró con ese cariño tan a su manera que, supongo, me tuvo.

Hoy viven en la parte de arriba de un librero que me mandó mi hermano después de que ella murió. Creo que era café y yo lo mandé pintar de blanco y se convirtió en algo más que un librero. Ahí viven también mis maestros, y Dasha, y mi hijo y yo en diferentes épocas. Y mis pulseras huicholas, y muchos de mis aretes, y varios de mis libros, entre ellos algunos de mis predilectos (NadaWinesburgh, Ohio). Y dibujos de otros, y postales regalo, y unas cajitas de metal que alguna vez tuvieron cigarros Faros (deben haber sido de Adrián).

Como a los patos les cuelga la cabeza, se han caído varias veces, cuando los rozo, sin querer, con la mano o con otro objeto. Pero han sobrevivido. Con alguna marca, con alguna separación entre el cuello y el cuerpo, pero ahí siguen. Sobreviviendo. Como lo hizo mi madre a pesar de los pesares y como lo he hecho yo de igual modo. Quizá esa sea la manera en que nos acompañamos.

Ojalá, ma, que hayas encontrado la felicidad o estés en el camino para hacerlo. Que puedas trascender el sufrimiento. Y, si toca, que nos encontremos en un espacio de luz clara.




domingo, 19 de noviembre de 2023

Día de Mausy


Cada año, en noviembre, recuerdo a una serie de mujeres que han impactado mi vida, dos por sus aniversarios de muerte y dos por sus cumpleaños. Este año pensé que lo podría hacer a través de algún objeto que me uniera a cada una de ellas.

La primera es Mausy, que murió un día como hoy hace 15 años. Cuando pienso en ella, es mi propia casa (y de Santiago), ese espacio adonde llegamos a vivir hace más de 18 años, el "objeto" más representativo de nuestra relación: el hogar que nos regalaron Mausy y Leni, poco después de la muerte de mi mamá. Yo creo que de ella fue la iniciativa que Leni llevó a la práctica y, sobre todo, suya fue la insistencia de que se pusiera a mi nombre desde el principio (a diferencia de lo que había pasado décadas antes con mis papás). 

Así que cuando me conecto con el depa de La Arboleda, me conecto, sobre todo, con Mausy. Con el agradecimiento que le tengo y le tendré mientras viva y, también, con la pena de que nuestra relación se hubiera malogrado.

Hoy dejo aquí, pues, una foto nocturna, de luces y sombras que saqué hace poco en mi sala (como la danza de la vida misma) para reiterar mi gratitud hacia Mausy:


Y también dos enlaces a la historia (aquí) y la foto (acá) de un anillo que también me regaló ella y que en estos días me he vuelto a poner.

Ojalá, Mausy, que seas feliz y estés libre de sufrimiento allá donde estés.

miércoles, 15 de noviembre de 2023

p e r t e n e c e r... continuación


Ayer que escribía sobre la pertenencia olvidé un encuentro esencial de ese fin de semana de muertos, pero decidí que merecía una entrada aparte.

Bueno, doña Cirila Aragón merece un mundo entero, pero aquí dejo mi contribución a su historia, empezando por esta foto que Yare me tomó con ella y con la prenda salida de sus manos, este "tipo rebocito" (como lo llamó ella) que ahora me viste de pericón:


Cuando andábamos Yare y yo recorriendo la calle Hidalgo durante el Festival Miquixtli, empezamos a toparnos con puestos de tejidos de lana de diferentes colores, piezas nacidas de las manos de mujeres y sus telares de cintura, con fibras teñidas de manera natural (con flores, frutos, insectos) en la localidad de Hueyapan, Morelos. Me fui enamorando de varias, sobre todos los quexquemetl , pero no me decidía por ninguna. Entonces llegamos al puesto de una mujer encantandora, sonriente y dulce, que con toda paciencia nos fue enseñando las prendas que tenía, sin hacer nunca ninguna alusión a su propia labor. Yo me enamoré de más prendas y de ella.

Ese día no llevaba los medios para comprársela, pero le dije que volvería al día siguiente. En realidad, regresé esa tarde y entonces estaba en el puesto un discípulo y amigo de ella, Luigi,  que nos habló de la labor de doña Cirila. No solo ha trasquilado, lavado, cardado y teñido la lana para luego hacer la tela en el telar de cintura y después confeccionar las prendas, sino que también formó el colectivo Cozamalotl (del náhuatl arcoíris) para  la gestión de la labor de las mujeres de su comunidad y, además, ha transmitido su linaje a su hija y nietas como ella lo recibió de su madre y de su abuela. Resulta que doña Cirila es considerada en Morelos como "Tesoro Vivo" y es también autora de un par de libros con leyendas tradicionales. 

Mientras Luigi nos contaba todo esto volvió doña Cirila, con una humildad a prueba de todo y una sonrisa delicada y amable. Ya estaba yo decidida a llevarme algo hecho por sus manos. Me probé varias cosas hasta que opté por la pieza amarilla intensa y Luigi me animó a tomarme una foto con la maestra artesana.

Al día siguiente, último del festival, quise pasar a despedirme de doña Cirila, pero había mucha gente en el puesto, a quien ella enseñaba la mercancía y no quise interrumpirla. Pero no cejé en el intento y de salida, me escabullí entre dos clientas para decirle adiós y entonces ella me regaló un llavero también de lana tejido, con una flor rosa, de tallo verde y de centro café, teñido con nogal. Ahora cuelga de mi bolsa. Me siento honrada de este encuentro e intercambio con una mujer tan sorprendente.

Aquí y acá se puede leer más sobre ella, su familia, su obra y su comunidad.



martes, 14 de noviembre de 2023

p e r t e n e c e r

banderas de papel picado y sus sombras








Del lat. pertinēre, con el suf. -scĕre '-ecer'.

Conjug. c. agradecer.

3. intr. Dicho de una cosaReferirse o hacer relación a otra, o ser parte integrante de ella ser parte integrante de ella.

Es la tercera acepción que la RAE da a este verbo, la que tiene que ver con lar eflexión que me ronda hace unos días. Lo que no deja de llamarmela atención es que las tres comienzan con la frase "Dicho de una cosa:", como si pertenecer no fuera cosa de personas u otros seres animados.

Para mí, buscar ser parte parte integrante de algo, de alguien, de un grupo de álguienes ha sido un afán constante en mi vida desde que tengo memoria. Hace una semana y pico, o sea el fin de semana del 4 y 5 de noviembre, o sea, el fin de semana de muertos, me topé con otra manera de pertenecer.

Santo, Yare, y calavera









En esos días en Cuernavaca se llevó a cabo  el Festival Miquixtli. Esta fue su edición número 30, según contaban, lo cual quiere decir que yo llegué a vivir a esta ciudad cuando el festival tendría tendría más o menos 3 años de edad. Y sí, recuerdo muchas muchas visitas al Jardín Borda, la Casona Spencer y otros lugares del centro de la ciudad. Pero este año, se celebró en las calles mismas, puesto que el Borda está cerrado por remodelación. Fue como si asistiéramos por primera vez. 

Las calles se llenaron de vida, de música, de comida, de puestos de todo (cerámica de muchos tipos; artesanías huicholas; tejidos de Guatemala y Hueyapan; granola con cempasúchil; aretes y pulseras y colgantes; mezcal; aceites esenciales; bebés macabros y perturbadores; grabados; estíquers y muñecas). Recorrimos el largo de la calle Hidalgo varias veces: primero Yare y yo y después también con Santiago.











El estado invitado fue Sonora y ahí conseguimos coyotas, un postre tradicional del estado hecho con harina de trigo, manteca y relleno de piloncillo o jamancillo. Me recordó muchísimo a mi tía Olga que nos preparaba una versión casera, una especie de quesadillas en tortilla de harina, para las cuales hacía un jarabe de piloncillo. Y entonces recordé que yo tengo ascendencia sonorense. (Mi abuelo maternos y sus hermanos y hermanas, entre ellas mi tía,  eran de Caborca.) Vendían también el dulce de jamoncillo más delicioso que he comido en mi vida, que también me despertó recuerdos de infancia. Lástima que se les acabara tan pronto. Comimos gorditas un día (de chales, claro, Santiago y yo) y burritos sonorenses al día siguiente. Y bebimos chilate (versión morelense) y cerveza de raíz. 





Asistimos, además, a un trío de conciertos, gratuitos al aire libre. La Changa Natasha (cumbia y rock sicodélico, de Tepoztlán), la noche del sábado frente al palacio de gobierno. Y bailamos. Los Raskatripas de la Montaña (ska y cumbia) en la plaza del zacate con su elogio al pulque, entre otras cosas, y acompañados por virtuosos del fuego. Y bailamos.



Y la cereza del pastel fue el grupo Neoplén (rock y son jarocho) de quienes somos fans desde que cayó en nuestra manos su primer disco y a quiens vimos aquí por primera vez en vivo. Cantaron canciones viejas y nuevas (de su próximo disco) y hubo zapateado, y cantamos y aplaudimos y pedimos más. Nunca antes me había sentido tan parte de Cuernavaca como comunidad desde mi comunidad núcleo con Santiago y Yare. Una pertenencia flexible, abierta, cambiante, pero pertenencia al fin y al cabo. Un reconocerme en los demás como parte de un todo que trasciende mis propias fronteras, físicas y mentales.

Acá, para cerrar esta crónica, el video de la canción "Ciudad" (mi ciudad hace casi 29 años) y dos fotos de su atardecer de muertos:


*



lunes, 13 de noviembre de 2023

Invitado: Dzogchen Ponlop Rinpoché


My Freedom

Guru said, “Look nakedly.”
When I look at my body,
I find my thoughts.
When I look nakedly at thoughts,
I find appearances.
When I look at appearances,
I find shunyata.
When I look nakedly at shunyata,
I find myself in a GAP!
When I relax in the GAP,
I find my freedom.

dpr | Zion, IL
11-5-2023


celebrando el parinirvana de Su Santidad el Karmapa 16



Mi libertad

Guru dijo: “Mira desnudamente”.
Cuando veo mi cuerpo,
Encuentro mis pensamientos.
Cuando veo desnudamente mis pensamientos,
Encuentro apariencias.
Cuando veo las apariencias,
Encuentro shunyata.
Cuando veo desnudamente shunyata,
¡Me encuentro a mí mismo en un HUECO!
Cuando me relajo en el HUECO,
Encuentro mi libertad
dpr | Zion, Illinois
5-11-2023


Tomado de aquí.
Traducción al español mía.

miércoles, 8 de noviembre de 2023

.c..a...t....o.r.c.e.

Que como dice la RAE con singular precisión es "Diez más cuatro". Ofrece otras cuatro definiciones, más o menos dignas de Perogrullo, como la última: "Segunda hora después de las doce del mediodía". Pero bueno, tampoco es que definir "14" sea tan fácil...

Y luego están las frases:

La primera, conocida:

carbono 14

1. m. Isótopo radiactivo del carbono, que se utiliza para fechar objetos y restos antiguosy como trazador en la investigación biológica.

y la segunda ininteligible (por lo menos para mí) y por lo mismo fascinante:

 doblero de a catorce

1. m. madero de a diez.

madero de a diez

1. m. madero escuadrado que tiene por canto la décima parte de una varasiete dedos de tabla y catorce pies de longitud.


Todo esto para decir que hoy es el aniversario de este blog: el bloguiversario número 14. O sea, que hace 9 + 3 años que publiqué la primera entrada y aquí sigo.

Encantada con el espacio mismo que me brinda la oportunidad de ser y de cambiar y de dejar de ser, transformarme, reconocerme y, a veces, no.

Encantada con la gente que se pasa por aquí con más o menos frecuencia. (Millones de gracias.)

Encantada con los comentarios de quienes se quedan a platicar un rato. (Otros millones de gracias.)

Celebrando, celebrándolo, celebrándome, celebrándonos y celebrándoles.

Así de simple.

Y aquí un par de imágenes tomadas con mi (segunda) camarita rosa en mi paseo de este mañana de noviembre:

5 zopilotes que más otros 8 que seguro andarían por ahí vuelven a sumar 14 o

10 golondrinas que más 4 que emprendieron el vuelo antes también celebran los 14 o

o 15 aves premonitorias del próximo cumpleaños...





Por aquí nos seguimos encontrando.